Todo tiene su fin. Así decía la canción de Los Módulos, y así nos sentimos nosotros después de estos días tan gratos e intensos. Sin embargo, todavía nos queda un último día para completar nuestro programa y vamos a aprovecharlo.
El día ha amanecido muy frío, como si quisiera mostrarnos que hemos tenido suerte con el tiempo hasta ahora. Nos hemos calado los gorros y hemos ido dando un paseo hasta Hallgrímskirkja, donde nos esperaban nuestros amigos; sí, amigos, porque entre nosotros se han creado unos lazos tan fuertes que ya no les podemos llamar de otra manera.
Aunque se la conoce como la “catedral de Reykjavik”, Hallgrímskirkja es una iglesia luterana con impresionantes columnas de basalto inspiradas en el paisaje islandés. El templo se ve desde cualquier punto de la ciudad debido a más de 74 m de altura de su torre. Se celebraba el festival de la primavera, y allí nos congregamos más de 300 personas para disfrutar de la música de la Escuela de Música Allegro Suzuki, el Coro de Niñas de Reykjavik, el Grupo de Danza Dass y la actuación de la payasa Daðla. Se trataba de una ceremonia religiosa en la que había gente de distintos credos religiosos, y durante la cual, los más pequeños oyeron historias bíblicas y pidieron deseos para sus familias, amigos, el medio ambiente o el bienestar de los animales. En definitiva, un servicio muy distinto a los que nosotros estamos acostumbrados.
Nuestros amigos nos invitaron a una comida en el restaurante Raðagerði Veitingahúsnos, que Hans concluyó con un breve discurso de despedida. Antes de irnos de Gróttuviti, nos hicimos algunas fotos ante el faro de Grótta y la que os mostramos aquí, con las montaña del Esja nevado al fondo.
Para cerrar nuestra estancia en Islandia, decidimos acabar la tarde entre risas en el Hús Mals og Menningar, un bar ubicado en Laugavegur 18, en el que puedes leer libros, jugar al ajedrez o, como hicimos nosotros, escuchar música en directo.
Volvemos a casa y nos domina un profundo sentimiento de gratitud y cariño hacia nuestros anfitriones. Ahora nos toca hacer las maletas. ¡Todo tiene su fin!