Todos ellos se mantenían a cierta distancia, parecía que una barrera invisible los separase. Decían que Carlos era un perdedor y el por su lado decía que nunca había perdido nada, porque nunca había tenido nada, y que carecía de importancia lo que ellos pensaran.
Carlos vaciaba botellas con una rapidez que yo nunca había visto antes, si hubiera un problema en cada botella de cerveza que el había vaciado, Carlos tendría todos los problemas del mundo.
Carlos era ya parte del mobiliario del bar como lo eran las botellas vacías a su alrededor.
Una noche Carlos se acerco a mi y me dijo que lo único que quería para ser feliz era ser un perdedor, me dijo entre lágrimas que su chica un mal día se marcho, pero que una persona solo se va de verdad si desaparece de tus sueños y que su chica nunca desapareció de sus sueños, me dijo con tristeza que siempre estaba allí, que cerraba los ojos y ella estaba allí, que abría los ojos y ella siempre estaba allí, que quería ser un perdedor y perderla para siempre, que hasta que no abandonase sus sueños, el nunca podría superarlo.
Vaciaba botellas y pedía perdón por no haber derramado ninguna lágrima cuando ella se marchó, estaba convencido que si le das a una chica una de tus lágrimas nunca te quitará tus sueños, y quien era yo para decirle lo contrario.
La vida es el enemigo mas duro, no conozco a nadie que no se halla dejado la piel al final del camino. La vida siempre es la carrera mas larga, en ella no hay pena ni gloria, da igual en que puesto llegues simplemente hay que correr y no parar nunca, si quieres volver hacia atrás solo puedes hacerlo con el recuerdo, el mismo camino no puede ser recorrido dos veces, solo los coches tienen marcha atrás.