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El nombre de ella

Dando vueltas a los recuerdos que el tiempo no ha emborronado, las relaciones o estancias en tierra de nadie variaron durante largo tiempo y normalmente acababan por cansancio por rutina o por desesperación en la frontera de los seis siete años, cualquiera prometía mas de lo que luego obtenías, obtuve gran ternura, de todas ellas y hubiese puesto la mano en el fuego en que nunca me abandonarían y por todas ellas me hubiese quemado la mano.

Por lo que puedo recordar ellas eran enormemente inteligentes, tan inteligentes que en muchos casos se habían perdido dentro de si mismas y todavía no se habían encontrado, la últimas sombras que están cercanas y distantes siempre esperaban mas de lo que les dabas y me daban menos de lo que necesitaba, difícil estabilidad, que como siempre apareció donde menos se esperaba y siendo consciente de que el reloj del tiempo siempre te cambia el espejo en el que te miras, otra vez estoy arriba, no se lo que durará pero se que la felicidad que se va siempre vuelve, casi tan rápido como vuelve a desaparecer.
Mi estabilidad tiene nombre de mujer, podía tener muchos pero solo tiene uno y ese es el que es.

3 replies on “El nombre de ella”

Yo también quiero que mi estabilidad tenga nombre de mujer, en eso ando. Quiero ponerle Raquel.

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