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Crea tu propio proyecto de negocio en el sector de la música

Rock and roll business II es el curso de especialización de la Universidad de Alicante diseñado para que los emprendedores creen su propio proyecto de negocio en el sector de la música.

El objetivo del curso es proporcionar las herramientas básicas para que los emprendedores den forma a su idea de negocio.

Y son muchas las posibilidades de emprendimiento en este sector, como por ejemplo gestión de artistas y salas, organización de festivales, producción de música o coleccionismo musical.

Con una duración de 12 horas lectivas los alumnos completarán, a partir de una idea propia, un proyecto de negocio basado en el modelo canvas y un plan de viabilidad, listo para su presentación a posibles inversores.

El curso finalizará con la exposición y defensa de los proyectos.

Fechas: Viernes 18 de febrero (de 16 h. a 20 h.)  sábado 19 de febrero (de 9 h. a 13 h.) y viernes 25 de febrero (de 16 h. a 20 h.)

Matrícula: 40 € (Alumnos / PAS UA, 30 €)

Inscripciones ya abiertas

David Bowie, el gran innovador… de las finanzas.

A lo largo de su dilatada trayectoria artística, David Bowie siempre se distinguió por ser un gran innovador; le llamaban el camaleón por su asombrosa capacidad para crear tendencias musicales o hacer suyas las del momento, como la psicodelia, el glam, el punk o la música disco. Estuvo incluso en la vanguardia de otras expresiones artísticas como la moda o los videoclips.

En los rutilantes años 90, época de espectaculares operaciones financieras, Bowie seguía en plena forma, así que el camaleón se transmutó en lobo del Wall Street.

Antes de conocer la historia completa aclararemos que las finanzas hacen referencia al origen de los recursos que permiten desarrollar una actividad económica.

Todo buen emprendedor sabe que para financiarse existen dos grandes posibilidades: la financiación propia y la ajena, ambas con sus ventajas e inconvenientes, siendo lo habitual que se recurra simultáneamente a las dos, sobre todo cuando se trata de proyectos de cierta envergadura.

Si se opta por usar financiación propia, la ventaja es que no hay que devolver los fondos utilizados, aunque sí se espera que el riesgo asumido acabe proporcionando beneficios.

La financiación ajena hay que devolverla y además con intereses, normalmente son los bancos quienes la proporcionan, pero también se recurre al público en general a través de la emisión de bonos, a proveedores a través de aplazamientos de pagos, e incluso a clientes a quienes se les cobra por adelantado. La financiación ajena tiene dos ventajas a destacar: la primera es que existe una gran variedad de posibilidades como las ya mencionadas y la segunda, que se puede recurrir a ella en cuando contamos un buen proyecto pero no podemos afrontar la inversión requerida por nosotros mismos. Es necesario tener siempre en cuenta que lo habitual es que quién nos proporciona el crédito, además de los intereses, pida alguna garantía para su devolución, normalmente bienes inmuebles o un avalista solvente.

Volvamos a 1997, año en el que Bowie necesita $ 55 millones. No parece que dispusiera de esos fondos en efectivo ya que recurrió a la financiación ajena. Pues bien, entre las diferentes posibilidades eligió la emisión de unos bonos a 10 años a los que denominó “Bonos Bowie”. ¿Y con qué garantía? Pues la de lo más valioso que tenía entonces, sus canciones, concretamente las de 25 de sus discos, ¿qué verdadero fan de Bowie no compraría sus bonos y más con el 7,9% de interés anual? Muchos pensarían, “bueno y si no recupero el dinero me quedo con parte de los derechos de Jean Genie, Rebel Rebel o Changes“. Sin duda algo genial y revolucionario que nadie había hecho antes.

Los bonos se lanzaron, pero nunca llegaron a sus fans ya que la totalidad de la emisión, calificada con grado A3 (medio superior) por la agencia Moody´s, fue adquirida por la aseguradora Prudential

Tras la operación llegó la hecatombe: irrumpieron internet, Napster, el formato MP3 y las copias ilegales de cedés; con todo ello era difícil rentabilizar el valor de las canciones así que los “Bonos Bowie” fueron degradados a la categoría Baa3, casi “bono basura”.  En esta situación lo normal hubiera sido una declaración de quiebra y la pérdida de la garantía, sin embargo, en 2004 el camaleón terminó de cumplir con los pagos, de modo que siguió conservando los derechos de sus canciones. Y entonces fue cuando se supo la causa de que Bowie necesitara $ 55 millones en 1997: los utilizó para comprar los derechos de sus primeros discos, aquellos que todavía estaban en poder de su antiguo mánager.

Por suerte o visión de futuro, los derechos musicales cobraron un nuevo auge a partir de 2008 con la llegada del “streaming”, desde entonces casi no se venden discos, pero cada vez más aficionados pagan por estos servicios, dando un nuevo impulso al mercado de la música grabada.

David Bowie, el camaleón, visionario y revolucionario hasta el final.

David Bowie: Jean Genie (1972)

Motown, la otra cadena de montaje de Detroit

Tamla Motown fue el sello discográfico más popular de los años 60 en Estados Unidos. Entre sus artistas contaba con Stevie Wonder, Jacksons 5, Marvin Gaye, Supremes, Diana Ross, Temptations y un largo etcétera. La personal forma en que Berry Gordy, fundador y propietario de la discográfica con sede en Detroit, organizó su negocio dio lugar a lo que pronto se conoció como el “sonido Motown”.

En los años 70 su éxito comenzó a decaer, pero no su influencia que llega hasta nuestros días, así que en 1988 Gordy vendió la compañia a MCA por 61 millones de dólares.

Tras el éxito de Motown encontramos grandes artistas, pero lo que la distinguió de la competencia fue un modo de organizar el negocio desconocido hasta entonces en la industria discográfica: cuando llegaba un nuevo intérprete o grupo musical, Gordy y su equipo, tras comprobar su potencial, le hacían pasar por su particular cadena de montaje formada por compositores, productores, arreglistas, músicos de sesión, estilistas e incluso coreógrafos, cual automóviles en una moderna factoría.

Tras el proceso, los artistas estaban preparados no solo para grabar discos con altos estándares de calidad, sino también para actuar en directo, acertar con su indumentaria y atender a los periodistas. Un proceso que les dotaba de un estilo propio y reconocible.

Lo que estaba haciendo la Motown era aplicar la división del trabajo a un sector en el que, dada su naturaleza, pudiera parecer contraproducente hacerlo.

Con la división del trabajo la eficiencia aumenta por tres motivos: mejora la destreza del operario, se reducen o eliminan los tiempos de cambiar de una tarea a otra y permite invertir en maquinaria especializada, lo cual aumenta la productividad.

La división del trabajo fue llevada al extremo con la cadena de montaje que comenzó a implantarse a finales del siglo XIX, siendo en la factoría de automóviles Ford de Detroit donde se aplicó con mayor éxito, convirtiéndose pronto en un referente para otras industrias en todo el mundo.

Precisamente en una cadena de montaje de Ford en Detroit es donde Berry Gordy trabajó unos meses tras fracasar en su primer negocio, una tienda de discos de jazz. De su experiencia ensamblando automóviles es, según él mismo declara en el documental “Hitsville: the making of Motown” (2019), de donde le vino la inspiración para su método de trabajo: si en Ford reciben las piezas, las modelan, las ensamblan y les dan brillo para crear un flamante nuevo automóvil, ¿Por qué no hacer lo mismo con los intérpretes de rock and roll, rithm and blues o soul?

Con esas premisas es como Gordy fundó Tamla Motown donde además compuso algunos de los primeros superventas de la compañía como “Money (that´s what I want)” versioneado incluso por The Beatles. Sin embargo Gordy, siempre a la búsqueda de la especialización y la excelencia, pronto incorporó a la plantilla a Smokey Robinson y al trio Holland-Dozier-Holland, compositores que demostraron ser auténticas máquinas de producir éxitos… en cadena.

https://es.wikipedia.org/wiki/Motown

Fleetwood Mac, un modelo para la gestión de recursos humanos

Fleewood Mac cuenta con más de 50 años de trayectoria. En todo este tiempo tan solo los fundadores Mike Fleetwood a la batería y John McVie al bajo han permanecido en el grupo. Por ello resulta sorprendente al buscar en los créditos de los discos, que sólo en contadas ocasiones encontremos la firma de alguno de los fundadores del grupo, quienes además ocupan los dos puestos que suelen ser menos visibles en una banda de rock: bajo y batería.

Fleetwood Mac nació en 1967 y después de casi una década en activo se había ganado un merecido prestigio, pero los líderes debieron darse cuenta de que produciendo “blues blanco” nunca llegarían al gran público. Como dicen en las escuelas de negocios, “si haces lo de siempre, tendrás los resultados de siempre”.

Así que en 1975 John y Mike, como cualquier emprendedor buscaron decididamente el éxito, probablemente renunciando a sus gustos musicales originales; para ello renovaron el grupo contratando a tres nuevos cantantes y compositores: Cristie McVie, Steve Nicks y Lindsey Buckingham. De ese modo pasaron de ser una banda de blues con mucho renombre pero pocos ingresos a convertirse en uno de los grandes fenómenos mundiales de la música rock, llegando a vender decenas de millones de copias de sus tres LPs clásicos: “Fleetwood Mac” (1975), “Rumours” (1977) y “Tango in the night” (1987), en una época en la que la principal fuente de ingresos para los grupos musicales era la venta de discos.

      El caso de Fleetwood Mac es modélico desde el punto de vista de gestión de recursos humanos y una lección para emprendedores de cualquier sector: el ego de los artistas de rock a menudo frena el talento de sus colaboradores. Sin embargo Mike y John actuaron más como gestores de un negocio que como artistas; no dudaron en reinventar la banda para emprender una nueva etapa, cambiando más de medio grupo y poniendo en manos de los recién llegados tareas fundamentales:  las voces, las guitarras y la composición. Gestionando bien los recursos humanos cumplieron una función primordial en cualquier negocio:  delegar las tareas que otros hacen mejor que tú. Era lo que necesitaban y el resultado fue un éxito artístico y comercial sin precedentes.

En la actualidad el grupo con su formación clásica sigue en activo y sus ingresos se reparten entre escuchas en “streaming”, reediciones en formato físico de sus producciones más populares y actuaciones en directo.

Fleetwood Mac en directo (1977)

La pregunta que nunca deberías hacer a tus clientes, salvo que seas una estrella del rock

Entre la gran cantidad de información que se necesita para manejar cualquier negocio, hay un dato vital que los emprendedores deben conocer: hasta cuanto están dispuestos los clientes a pagar por nuestro producto o servicio.

Ese dato permite, por ejemplo a Starbucks, cobrar hasta 3 y 4 veces más por sus cafés que la competencia y pagar alquileres que pocos pueden permitirse.

Conocer esta información puede costar mucho tiempo y dinero; sin embargo sir Mick Jagger, antiguo estudiante de la London School of Economics, no acostumbra perder ni una cosa ni la otra y así, en el inicio de una de las últimas giras de The Rolling Stones, medio en serio medio en broma, se lo preguntó directamente al público “¿hasta cuanto estaríais dispuestos a pagar por seguir viéndonos?”, gracioso ¿verdad?, sobre todo si la pregunta te la hacen tras interpretar  “Jumpin Jack Flash” o “Brown Sugar” por ejemplo.

Los Rolling Stones cobraron en sus últimas giras unos 5 millones de dólares por actuación: quiere decir que al menos eso es lo que sus clientes están dispuestos a pagar, pero este dato no lo conocen por su público, claro, “a ti te lo vamos a decir” pensarán sus fans. ¿Cómo fijan entonces su caché?

Dejemos que lo explique su socio Keith Richards : “La cosa es así, los Stones decimos que vamos a salir de gira y a partir de ahí los promotores nos hacen ofertas; comparamos y elegimos, eso es todo”. O sea, subastan sus servicios, una excelente forma de conocer esa información vital. Ellos pueden hacerlo porque tienen un notable poder de monopolio y por tanto la capacidad de elegir entre fijar los precios o fijar el número de conciertos, algo que muy pocos tienen a su alcance.

Para su recién anunciada próxima gira “No Filter Tour 2021”, los Rolling necesitaban por acuerdo con su compañía aseguradora un descanso mínimo de 3 días entre un concierto y el siguiente, algo comprensible dado que los componentes del grupo superaron hace lustros la edad de jubilación. En estas condiciones era factible firmar 13 conciertos en Estados Unidos en otoño de 2021.

A continuación la pugna entre promotores es la que fija los precios de los conciertos, como ya hemos mencionado, unos 5 millones de dólares por show.

De este modo es cómo las estrellas del rock y en general cualquier empresa con cierto poder de monopolio conocen esa información vital que les permite saber hasta cuánto están dispuestos a pagar sus clientes y establecer sus precios.

La última fábrica de casetes del mundo

Cintas de casete ¿alguien se acuerda? exacto! los “play-list” de los años 70 y 80: las podías llevar encima y escucharlas en cualquier parte: en casa, en tu coche, en el coche de los amigos (si te dejaban), en la playa, incluso andando por la calle con aquellos genuinos “walkman” de Sony.
Todo muy idílico pero seamos realistas, estamos ante una tecnología obsoleta, un mercado que cayó en picado a mediados de los 90 debido a la irrupción del CD y un soporte caro de producir con tanta piececita. ¿A qué chiflado se le ocurre seguir fabricando casetes? menudo negocio. Pues se le ocurrió a uno llamado Steve Stepp y esta es su carta de presentación: en los 70 se incorporó a la factoría de su padre, la National Audio Company y desde entonces nunca ha dejado de fabricarlos, su mujer le llama “el neardental” y vendió unos 40 millones de unidades en 2020, frente a 12 millones de unidades vendidas en 2015.

La vuelta de lo retro y la nostalgia parecen ser las claves de su éxito pero hay algo más importante, este ciudadano se resistió a abandonar su negocio cuando los demás apostaron por lo más obvio,  pasarse al CD. ¿El resultado? se quedó solo y esa es la verdadera clave de su éxito porque aunque han surgido otros fabricantes, ahora él es el referente mundial y cualquier competidor tiene que partir de cero. Además ya no se fabrica la maquinaria necesaria para producir las piezas.

El casete, como el vinilo, se ha puesto de moda y muchos de los grandes artistas editan sus obras en este formato, es el caso de Lady Gaga, Dua Lipa o The Strokes.

También en España, desde 2020 La Cassettería fabrica en este formato la obra de artistas como Dover que reeditaron su álbum de 1997 “Devil came to me” en casete.

Cómo el propio Stepp declara las pocas máquinas que quedaban se las compró, probablemente a precio de saldo, a la competencia, es decir a Phillips y TDK. De este modo, con tan solo 30 empleados, se ha convertido en el productor del 95% de estas reliquias en el mundo occidental. Ahora las principales discográficas como Sony, RCA y Capitol recurren a la National Audio Company para todas sus ediciones en casete.

Así que paradójicamente el ocaso del soporte casete ha convertido a Steve Stepp en líder mundial del negocio. En su web oficial proclama orgulloso: “Estaremos aquí para producir el último audiocasete”. Resiste y vencerás.

Referencias:

https://www.elconfidencialdigital.com/articulo/ideas-cooltura/vuelve-casete-musica-2021-es-vintage/20210426194338235711.html

https://www.ky3.com/2021/03/12/national-audio-company-in-springfield-sees-sales-rise-for-cassette-tapes/

https://www.elmundo.es/papel/historias/2016/06/08/5756b014e5fdeab1428b4665.html

https://www.nationalaudiocompany.com/history-national-audio-company/

La primera lección de Elvis para emprendedores

Cualquier empresario o gestor de negocios sabe que los bienes y servicios “low cost” son aquellos que tienen bajos costes de producción. Normalmente ello lleva aparejado un precio más bajo que el de otros productos equivalentes debido a que el consumidor lo percibirá como menos valioso.

Sin embargo esto no siempre es necesariamente así ya que los productos “low cost” pueden ser tan valorados o más por el consumidor en relación a los “no low cost” y por tanto su precio en el mercado puede ser similar. Pensemos en las ventas por internet, sus costes se reducen al prescindir de intermediarios y al mismo tiempo el consumidor probablemente esté dispuesto a pagar lo mismo e incluso más que en una tienda física por la comodidad de comprar desde casa.

El rock and roll en sus inicios, como negocio era eso, “low cost” musical, pero no por ello sus discos se vendían más baratos que los de las grandes orquestas o bandas de jazz, con una producción más sofisticada y costosa. Por otra parte tampoco esas grabaciones eran menos valiosos para sus seguidores, perdón “fans”, sólo por la simplicidad de su sonido.

Vayamos a 1954 y fijémonos: voz, bajo y guitarra. Tres músicos bastaron para crear un producto novedoso, poco costoso de producir y de éxito: así eran los primeros discos de r’n’r salidos de la factoría Sun en Memphis.

Hasta entonces si querías hacer un disco lo normal era que necesitaras una orquesta como la de Glenn Miller o una banda de Jazz, como la de Duke Ellington.

Elvis Presley, Scotty Moore y Bill Black, junto con el productor y dueño de Sun Records, Sam Phillips demostraron que podían crear un sonido nuevo y exitoso, pero al mismo tiempo barato de producir: “low cost” musical en 1954.

Se trata de una valiosa lección para emprendedores: Phillips y sus músicos consiguieron añadir valor a su producto no solo no aumentando los costes, sino reduciéndolos.

 

AC/DC, negocios de familia

AC/DC es una verdadera empresa familiar si seguimos la definición que de ellas hace el Instituto de la Empresa Familiar de España: “Organizaciones comerciales en las cuales los miembros de una familia son capaces de ejercer sobre ella una influencia suficiente para controlarla”.
Según este instituto en España el 89% de las empresas son familiares y crean el 67% del empleo privado produciendo el 57,1% del PIB español.
El mundo del rock patrio tampoco es ajeno a este fenómeno: Dover, Estopa o los Zigarros son algunos de los más conocidos grupos controlados por una familia, hermanos en este caso.
Ciertamente Angus y Malcom Young han sido desde sus inicios los líderes del grupo AC/DC en cuestiones creativas, pero aún más en lo referente al negocio. Ellos sin embargo, a pesar de su talento, eran muy jóvenes cuando, a principios de los años 70 iniciaron su aventura musical y empresarial, así que su hermano mayor George Young, fue su principal orientador en los inicios. El ya había tenido algunos éxitos en los años 60 con su grupo Easybeats y conocía el negocio del rock and roll, así que les obligó a dar una serie de conciertos seguidos antes de llevarles al estudio de grabación. Los jóvenes Young cumplieron, de modo que George se convirtió en productor de sus primeros discos.
Cuando en una ocasión preguntaron a Angus acerca de esas primeras giras respondió: “Ha sido una autopista al infierno”.
Curiosamente otra hermana, Margaret, también tuvo un papel relevante durante los primeros pasos del grupo: idea suya fue el famoso traje de traje de colegial y suya era la máquina de coser, que funcionaba indistintamente con corriente alterna y continua (AC/DC) la cual inspiró el nombre del grupo.

Estamos por tanto, ante una auténtica empresa familiar que convirtió su disco de 1981 “Back in Black” en el segundo más vendido de la historia. Como ocurre en las empresas familiares, a AC/DC también les llegó el momento del relevo generacional: tras detectarle a Malcom la enfermedad de Alzheimer en 2010, éste fue sustituido por su sobrino Steve Young en las grabaciones y en los conciertos, sin que ello haya supuesto cambios significativos en las ventas de música y de entradas.

Desde entonces, y más desde 2017, cuando desaparecieron Malcom y George Young, es Angus quien capitanea el grupo en solitario; él tuvo que tomar la difícil decisión de fichar a Axl Rose para completar la última gira, tras la baja de Brian Johnson. Y suyas han sido las decisiones sobre el futuro del grupo, como el lanzamiento de su último LP “Power Up” y preparar una próxima gira recuperando al cantante Brian Johnson y al bateria Phill Rud, ambos de baja en la última gira por motivos de salud y legales, respectivamente.

Leyendas del rock en campañas de publicidad: mucho que ganar y poco que perder

A las estrellas de rock las identificamos por su obra artística y por su imagen personal, pero también por su marca comercial del mismo modo que ocurre con la mayoría de productos de consumo. La marca sirve para identificar un producto, su origen y también para proporcionar un indicador de calidad. Si lo pensamos bien, marcas como Coca-cola, Real Madrid o Rolling Stones, cumplen perfectamente esa función.

Para las estrellas del rock, sus fuentes de ingresos tradicionales son la venta de música grabada, las actuciones en directo y el “merchandising”. También es cada vez más habitual que temas clásicos del rock sean incluidos en anuncios y en películas, lo que se conoce como sincronización.

Además en los últimos años ha cobrado auge entre los rockeros prestar su imagen para campañas de publicidad. Así nos encontramos como una marca, la estrella del rock, promociona otra marca que vende, por ejemplo, material de esquí, coches, ropa interior femenina o refrescos.

Estamos pues, ante marcas que establecen alianzas entre ellas, las cuales para ser eficaces, deben tener sentido.

Es el caso de Metallica donde las tres cuartas partes de la banda son aficionados al esquí, así que el grupo no ha perdido la oportunidad de diversificar ingresos prestando su imagen para una campaña de publicidad de productos de la marca Armada, dedicada a los deportes de nieve.

No son los primeros: en 1995 Volkswagen lanzó el modelo “Rolling Stones” del “Golf” con motivo de la gira “Voodoo lounge european tour 95”. En 2004 Bob Dylan prestó su imagen y el tema “Love Sick” para una campaña de Victoria’s Secret, lo que le valió ser nombrado “vendido de la semana” por The New York Post. Y en 2013, Iggy Pop hizo de sí mismo en un memorable anuncio para el lanzamiento de Schweppes Limón Dry.

A estas alturas, con sus carreras consolidadas hace décadas, leyendas del rock como Metallica, Stones, Dylan o Iggy Pop tienen muy poco que perder y mucho que ganar prestando su imagen y su música para campañas publicitarias. Otra cosa sería si lo hubieran hecho al principio de su trayectoria, probablemente habrian arrastrado el calificativo “vendidos” de por vida.

 

La vuelta de la música en vivo o el auge de la economía de la experiencia

La economía de la experiencia es un concepto que surgió en un artículo publicado en 1998 por B. Joseph Pine II y James H. Gilmore. Según los autores los negocios deben crear eventos memorables para sus clientes. Esto resulta aplicable a servicios como el turismo: el viajero ya no quiere solo un lugar para pasar el tiempo, quiere experiencias emocionantes.

Del mismo modo los clientes de la industria de la música que se conectan a plataformas de “streaming”, descargan canciones o compran discos desean mejorar su experiencia, ¿cómo? viviendo la emoción de un concierto en directo, sobre todo ahora que después de muchos meses vuelven a programarse.

Con las ventas de música grabada en caida libre desde hace unos años, la economía de la experiencia en el negocio de la música explica el cambio que mantiene en el mercado a artistas cuya facturación proviene ahora fundamentalmente de la demanda de música en vivo, una experiencia diferente a escuchar música en casa o en el coche.

Aunque no crearon el concepto, desde sus inicios las estrellas del rock and roll ya tenían claro qué era eso de ofrecer experiencias inolvidables, muchas de ellas son momentos memorables que forman parte la historia del rock: Elvis y su movimiento de cadera, Jerry Lee Lewis quemando un piano, Queen en Live Aid o la actuación de Metallica en la Antártida.