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La cadena de valor de Porter y los dobles elepés en directo

A finales de los años 60 y principios de los 70 del pasado siglo el mercado de la venta de música grabada había madurado notablemente desde la irrupción del rock and roll: el single había dado paso al LP como formato preferido por el público, las producciones ganaban en calidad y sofisticación y nacían nuevos estilos como el hard rock, el rock progresivo o el country rock.

En este entorno surgió el fenómeno de los discos en directo; parecía un contrasentido que estas grabaciones, generalmente menos elaboradas, pudieran tener mayor repercusión que las de estudio. Sin embargo, el nuevo formato hizo que muchos relanzaran sus carreras con unas grabaciones que fueron grandes éxitos de ventas y pronto se convirtieron en discos clásicos rock; temas grabados en directo que a menudo superan en reconocimiento a sus homólogos de estudio. Neil Diamond, Status Quo, Cheap Trick, Dr. Feelgood y sobre todo Peter Frampton, dieron un notable salto en sus carreras con sendas grabaciones de sus conciertos. Pero la brecha fue abierta por Deep Purple en 1972 con uno de los discos más icónicos de la historia del rock: el aclamado Made in Japan, que cuenta con unas ventas acumuladas sólo en Estados Unidos de más de un millón de copias.

Si observamos el fenómeno con la lente de la economía, podemos comprobar cómo las discográficas hicieron un inesperado descubrimiento: ofrecer casi el mismo producto, para los mismos potenciales clientes y con unos costes mucho menores que llevar los músicos al estudio; sólo se necesitaba grabar una actuación por la que además el público ya había pagado sus entradas. Tras estos discos en directo, por cierto casi todos en formato de doble LP, subyace la teoría de la cadena de valor de Michael Porter, según la cual cualquier bien o servicio desde su creación hasta su puesta a la venta pasa por una serie de fases o eslabones que le van añadiendo valor. Al introducir los cambios adecuados en los eslabones, aumentará el precio que estarán dispuestos a pagar los clientes y/o el número de de clientes interesados en nuestro producto.

La cadena de valor de la música grabada igualmente se puede descomponer en eslabones, que en nuestro caso serían:  composición, grabación, producción o mezclas y venta de la música (en soporte físico, streaming, descargas o sincronización). Desagregando así el producto podremos identificar los eslabones susceptibles de añadirle valor sin incurrir en costes excesivos.

Con la publicación de discos en vivo se relanzaron canciones y artistas introduciendo cambios sólo en la fase de grabación, que incluso con fallos de interpretación (en el inicio de Smoke on the water, Richie Blackmore confundió algunas notas) o su peor sonido, cuentan con el valor añadido de escuchar una nueva versión con la emoción y la frescura de las actuaciones en directo.

Para millones de aficionados en todo el mundo, pocos regalos pueden superar a uno de estos clásicos en formato vinilo.

 


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