Hasta el siglo XVII se creía que las cosas se mantenían en movimiento si se las empujaba siempre. Galileo mostró que eso no era cierto: un objeto en movimiento se mantiene siempre en movimiento, salvo que algo lo detenga. Los objetos del mundo real disminuyen velocidad y detienen debido a la fricción. Galileo hizo experimentos que probaron que un objeto en caída se acelera mientras cae. Luego estudió los proyectiles, los objetos que se lanzan al aire.
Lo que hizo Galileo fue determinar la trayectoria parabólica de los proyectiles a partir de la composición de dos movimientos teóricos, que se suponen independientes entre sí. En la obra “Diálogos sobre los dos grandes sistemas del mundo, ptolemaico y copernicano” (1632) Galileo (1564-1642) explicó esta composición así:
“Sabemos que el movimiento que tendrá lugar sobre un plano será uniforme y perpetuo, en el supuesto de que el plano se prolongue hasta el infinito. Si por el contrario, el plano es limitado, el móvil que suponemos dotado de gravedad, una vez llegue el extremo del plano y continúe su marcha, añadirá al movimiento precedente, uniforme e inagotable, esta tendencia hacia abajo, debida a la gravedad. Nace así un movimiento descendente naturalmente acelerado. Pues bien, a este tipo de movimiento yo le llamo proyección y hemos de demostrar alguna de sus propiedades, la primera de las cuales es la siguiente:
Proposición: Un proyectil que se desplaza con un movimiento compuesto por un movimiento horizontal y uniforme y por un movimiento descendente naturalmente acelerado, describe, en este movimiento, una línea semi-parabólica”
La ilustración adjunta reproduce unos apuntes originales de Galileo en los que realizó esta composición de movimientos, obteniendo varias trayectorias parabólicas a partir de valores diferentes de la velocidad horizontal del lanzamiento.