En un momento en que la adaptación del sistema universitario español al Espacio Europe de Educación Superior se encuentra en estado de hibernación debido en gran medida a los recelos de ciertos agentes de peso (léase colegios profesionales y sectores de ciertas politécnicas de prestigio) es reconfortante leer a Benjamín Suárez y Domingo Docampo en el artículo que publicaron ayer en El País.
Los buenos ingenieros lo son porque ejercen bien su profesión, no porque tienen un título y unas atribuciones que les garantiza un determinado nivel de ingresos con el único acto de estampar una firma. Tal y como dicen en el artículo, estamos ante una última oportunidad de introducir un verdadero cambio en el sistema educativo superior (y, de paso, en la rígida y corporativista estructura profesional de nuestro país). Espero que se aproveche.
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