El duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, entabló amistad con el soldado-poeta Garcilaso de la Vega durante la campaña de Fuenterrabía; una amistad firme y estrecha que se prolongó hasta la muerte de Garcilaso en 1536. El duque Fernando, que tenía pocas veleidades literarias, escribió su único poema conocido, una pieza de seis versos sobre un tema relacionado con la danza, a consecuencia de su relación con el poeta.
Por su parte, Garcilaso nos ofrece en su obra “Églogas” información fascinante sobre distintos aspectos de la vida privada y política del duque Fernando. En particular, cabe destacar unos versos que hablan de los primeros años de la carrera de Fernando, ya que son unos de los primeros que Garcilaso escribió acerca de su amigo Fernando, que en concreto hablan de la formación cultural que Joan Boscà le dio al joven Fernando:
“El trato, la crianza y gentileza,
la dulzura y llaneza acomodada,
la virtud apartada y generosa.”
Pero para poder entender mejor los versos de Garcilaso, primero debemos conocer brevemente la vida de este “soldado-poeta”:
Garcilaso de la Vega, (Toledo, 1501? – Niza, 1536) Poeta renacentista español. Perteneciente a una noble familia castellana, Garcilaso de la Vega participó ya desde muy joven en las intrigas políticas de Castilla. En 1510 ingresó en la corte del emperador Carlos I y tomó parte en numerosas batallas militares y políticas. Participó en la expedición a Rodas (1522) junto con Boscán y en 1523 fue nombrado caballero de Santiago.
En 1530 Garcilaso se desplazó con Carlos I a Bolonia, donde éste fue coronado. Permaneció allí un año, hasta que, debido a una cuestión personal mantenida en secreto, fue desterrado a la isla de Schut, en el Danubio, y después a Nápoles, donde residió a partir de entonces. Herido de muerte en combate, durante el asalto de la fortaleza de Muy, en Provenza, Garcilaso fue trasladado a Niza, donde murió.
Su escasa obra conservada, escrita entre 1526 y 1535, fue publicada póstumamente junto con la de Boscán, en Barcelona, bajo el título de Las obras de Boscán con algunas de Garcilaso de la Vega (1543), libro que inauguró el Renacimiento literario en las letras hispánicas. Sin embargo, es probable que antes hubiera escrito poesía de corte tradicional, y que fuese ya un poeta conocido.
Garcilaso se sumó rápidamente a la propuesta de su amigo Juan Boscán de adaptar el endecasílabo italiano a la métrica castellana, tarea que llevó a cabo con mejores resultados, puesto que adoptó un castellano más apto para la acentuación italiana y la expresión de los nuevos contenidos poéticos, de tono neoplatónico, propios de la poética italiana renacentista.
Muchas de sus composiciones reflejan la pasión de Garcilaso por la dama portuguesa Isabel Freyre, a quien el poeta conoció en la corte en 1526 y cuya muerte, en 1533, le afectó profundamente. Los 40 sonetos y las 3 églogas que escribió se mueven dentro del dilema entre la pasión y la razón que caracteriza la poesía petrarquista y en ellos el autor recurre, como el mismo Petrarca, al paisaje natural como correlato de sus sentimientos, mientras que las imágenes de que se sirve y el tipo de léxico empleado dejan traslucir la influencia de Ausias March. Escribió también cinco canciones, dos elegías, una elegía a Boscán y tres odas latinas, inspiradas en la poesía horaciana y virgiliana.