Una parte curiosa de la vida del duque de Alba, y que no todo el mundo conoce, es su vida amorosa, desde su juventud hasta su matrimonio por conveniencia con María Enríquez.
Entre las diferentes investigaciones que se han hecho respecto a este aspecto de la vida del duque, cabe destacar la existencia de un hijo ilegítimo:
Se ha sabido que la única evidencia de las aventuras del duque Fernando en el terreno sexual data de 1527, año en que una breve relación con la hija de un molinero de sus tierras de Piedrahita concluyó con el nacimiento de un hijo, Hernando, a quien el futuro duque aceptó de buen grado e incorporó a su familia. El chico creció junto a los demás niños de los Alba y disfrutó de todos los privilegios de ser un Toledo.
Pero, después de este episodio con la hija de un molinero, el paso más importante en la vida de cualquier noble era el matrimonio, un rito que establecía lazos de poder con otras familias y proporcionaba herederos de la hacienda propia.
La boda de Fernando, celebrada en Alba el 27 de abril de 1529, formaba parte de un acuerdo entre los Alba y una familia vecina de Alba de Liste. La novia era su prima, María Enríquez, hija de Diego Enríquez de Guzmán, tercer conde de Alba de Liste y de su primera esposa, Leonor, hija a su vez del duque Fadrique. Este matrimonio violaba claramente los preceptos de la ley canónica, pero, en este aspecto, en aquel tiempo las normas se trasgredían con frecuencia, sobre todo la familia Toledo, que siempre que podía establecía vínculos que reafirmaban las alianzas existentes de sangre y propiedad.
De la unión de Fernando y María Enríquez nacieron sus cuatro hijos legítimos:
– García, que murió en 1548 con tan sólo dieciocho años.
– Beatriz, nacida en 1534.
– Fadrique, que nació en 1537.
– Diego, el pequeño, nacido en 1542.
De este modo, María Enríquez fue la mujer que más años compartió la vida con el duque de Alba, ya que cumplió a la perfección el papel de esposa tradicional y dirigió el hogar familiar en todos aquellos años que no pudo acompañar a su esposo mientras éste estaba lejos y ocupado en sus asuntos. Además, mantuvo vivos los vínculos políticos que su marido no podía conservar debido a sus ausencias, acudió a la Corte siempre que se la requirió y, en su casa, cuidó los intereses religiosos de los Toledo. Pasó toda una vida de paciente servicio a su marido y falleció en 1583, un año después que él.
Por todos estos motivos, podemos decir que ésta fue la mujer de su vida, independientemente de que el duque pudiera haber tenido otras aventuras, algo que nunca podremos saber con seguridad…..