El descubrimiento de america y su posterior conquista en el siglo XVI supuso para españa una corriente migratoria fija e importante. Esta corriente se mantendría hasta finales del siglo XX. Especialmente en la posguerra y en los años de la dictadura franquista, debida a la precaria situación de un país recién salido de un conflicto armado, y es precisamente esa situación económica la que provoca un cambio en el tipo de migración a partir de la década de los 50.
1950: Se produce un cambio en el objetivo de la emigración pasando de ser el centro de recepción de emigrantes europa occidental y no américa latina como venia siendo tradicional. Esta emigración regulada por contratos en países extranjeros y supeditada a los permisos de trabajo otorgados por el gobierno, que pretendia un mayor control sobre el flujo de emigrantes así como un aumento de las divisas que entraban en el país.
1960: En esta década tiene su mayor apogeo la emigración hacia Europa occidental llegando incluso a igualar en número de emigrantes al destino tradicional , américa latina. Se producia una entrada y salida constante de emigrantes que salian con contratos nuevos y emigrados que retornaban tras la conclusión de los suyos. Esta época de mayor flujo migratorio favoreció la otra cara de la moneda: la emigración ilegal.
1970: A partir de 1973 comienza la crisis del petroleo. Ésta provoca que los países de destino cierren sus fronteras a la emigración, de modo que en esta década se reduce de forma considerable el número de españoles que salen del país. Los países de acogida instan al retorno a sus países a los residentes inmigrantes. Otro factor para la reducción de la emigración es el inicio de la democracia en España.
1980: Durante esta década la emigración se convierte en un fenómeno residual normalmente limitado a personal cualificado, en éstos años comienza a incrementarse el número de inmigrantes que llegan al país especialmente desde el norte de África y de américa latina.
1990: Al inicio de ésta década termina de invertirse el papel de España con respecto a los movimientos migratorios: de ser un país tradicionalmente emigrante pasa a convertirse en un país de acogida, con todo lo que ello conlleva. Inmigración ilegal, economía sumergida y una mayor competencia en el mercado laboral.