En el transcurso de la guerra civil, finalmente, tras fracasar varios intentos de llegar a un acuerdo el 20 de agosto de 1467, los dos bandos se enfrentaron en las proximidades de Olmedo. Puede aceptarse que las tropas de Enrique salieron victoriosas, atrayendo así nuevos partidarios a Enrique, sin embargo, los dos bandos se atribuyeron la victoria.
Las fuerzas volvían a estar equilibradas, y de nuevo se produjeron intentos de mediación y negociación, que no llegaron a ningún fin.
Incluso el propio pontífice, Paulo II, tomaría parte en el asunto, considerando que la razón estaba de parte del rey, a quien envió un breve de consuelo, mientras que los nobles recibían otro breve, en el que les mandaba volver a la obediencia de Enrique y dejaran de dar el título de rey al príncipe. Los nobles respondieron con el envío de una embajada a Roma y oídas las argumentaciones, Paulo II recordó que solo Dios y el Papa en su nombre, podía quitar y poner reyes, y por lo tanto, ordenó que volvieran a la obediencia de su verdadero rey y señor natural.
Deja un comentario