Los paños

Alcoy, si destaca en un sector en concreto, éste es el de la pañería, ya que desarrolló una manufactura especializada en este sector, que junto a la Onteniente y Cocentaina,  elaborarían los paños con la mayor parte de la lana de la comarca. Estos paños serían considerados de una calidad inferior, pero eso no fue un obstáculo para que hubiera una gran demanda de los mismos en el Languedoc, en el sur de Francia, y más tardíamente, en el mercado americano.

El origen de esta manufactura preindustrial se sitúa en el siglo XIV, en la actividad de los artesanos orientada a los mercados locales. Será entre los siglos XVII y XVIII cuando la actividad manufacturera acabará desempeñando un papel fundamental en el desarrollo industrial valenciano. Alcoy contaba con tres aparentes ventajas para que se desarrollara esta industria:

— La disponibilidad de factores de producción, esencialmente la lana, abundante en la comarca, el agua, suministrada por el río Molinar, donde destaca la proyección tecnológica, representada principalmente por el batán mecánico, y la mano de obra abundante y especializada.

— Una estructura de propiedad de la tierra que propició la fragmentación de las explotaciones agrarias, lo que a su vez generó una oferta casi constante de fuerza de trabajo desocupada procedente de núcleos familiares con insuficiencia de recursos.

— La característica situación geográfica de la comarca, estando fronteriza entre los reinos de Castilla y Murcia, proporcionando con ello ventajas para intercambio de bienes y servicios, esencial por otro lado para la formación de agentes proveedores y corresponsales de la industria.

Aunque hay autores, como Lluís Torró, que destacan otras condicionantes, como son la inmensa actividad mercantil, con una importante demanda de géneros textiles en los mercados alejados de Alcoy, la concentración de capital, que se asentaban sobre una base de arrendamientos, y la aguda tenacidad de los habitantes de la comarca. Además, por supuesto, la importancia del marco institucional de la época, dado que todos los fabricantes se aprovecharon de las magnificas oportunidades que les ofrecía la estructura político-económica con diferentes exenciones impositivas, como “la sisa general” desde 1778 o el “Impuesto sobre lanas, añil y otros productos” desde 1780.

Pero además, hay otro factor que es evidente para el auge de esta industria, y es la deficiente agricultura de Alcoy. Varios autores resaltan este aspecto, como vemos en palabras de Nipho, quien puntualiza que se daba una agricultura deficiente que no llegaba a satisfacer a los habitantes de la población. Del mismo modo, Castelló expresa que sin la industria, sólo amparados en la agricultura, quizás únicamente podría haber vivido una cuarta parte de la población alcoyana. Y según Cavanilles, yendo aún más lejos, aseguraba que sin las fábricas de Alcoy, Muro y Cocentaina, hubiera muerto dos tercios de la población de la comarca. Así que haciendo caso a estas aseveraciones de las fuentes de la época, podemos decir que la deficiente agricultura fue uno de los mayores condicionantes para el desarrollo de la industria pañera, ya que los habitantes de Alcoy debían de buscar una actividad que pudiera alimentar a la cada vez mayor población que albergaba la comarca de  l´Alcoià.

No menos transcendente resultó la protección oficial-administrativa-jurídica a la agrupación textil o Fábrica de Paños de Alcoy como hemos tratado en el apartado del reglamento de las industrias. Sin esta protección es muy posible que tal dedicación y esplendor no hubiera sido posible, sin olvidarnos la guarda que realiza el propio monarca en todo este proceso.

Si quisiéramos fijar una fecha singular para saber cuándo se fortalece la industria pañera en Alcoy, podríamos citar que fue en 1753, cuando el sacerdote alcoyano e industrial, don Vicent Albons Gisbert hizo comprender a varios fabricantes de paños y otros tejidos de pana las ventajas que obtendrían asociándose en forma de compañía al margen del gremio, nació de este hecho, una sociedad llamada “Cuerpo amistoso de caudales o de compañía”, donde aparecen claros los objetivos de esta compañía, su intención de mejorar la fabricación, de comprar la lana necesaria, de forma mancomunada, así como la de agilizar los transportes con la compra de galeras que condujesen los productos alcoyanos hacia Almansa… es entonces cuando la industria textil alcoyana comienza a crecer de forma considerable, hasta el punto, que los industriales de Alcoy, para las operaciones de cardar e hilar lana, ofrecieron trabajo a los vecinos de los pueblos colindantes, creando una industria artesana rural, auxiliar de la industria urbana.

Transcurrido un año, en 1754, dieciocho maestros fabricantes y comerciantes se reunieron para formar una sociedad llamada “Compañía de comercio” con fines similares. La proliferación de estas sociedades nos está indicando que la decadencia de los gremios era ya un hecho irreversible.

Pero había aun así una deficiencia muy evidente, y era la escasa calidad de los paños de Alcoy, por lo que se inició la búsqueda de una mayor calidad de los mismos, por lo que se establecería oficialmente la “Bolla”, que era una garantía que certificaba la calidad y el acabado de los géneros textiles. Fue en ese momento cuando se produjo el cambio de nombre siendo conocida como la Casa de la Bolla. Dicho lugar estaba destinado a recoger muestras textiles de toda la producción para controlar la calidad. Los que eran conformes a esa calidad requerida, se bollaban que era así como se conocía el hecho de marcar con el sello de calidad que aseguraba su origen alcoyano.

En cuanto a los diferentes oficios tradicionales en la fabricación de los paños de lana, podemos destacar los siguientes:

– El veedor: Encargado de seleccionar la lana a partir del ganado y escogía el tipo de lana según el producto que se iba a fabricar.

El esquilador: Encargado de esquilar el ganado y separar la lana según su calidad.

El pelaire: Era el maestro fabricante de coordinar todos los procesos de fabricación y propietario final del producto. Entre otras funciones, era el encargado de separar y seleccionar los vellones de oveja según la calidad de la materia prima.

— Los cardadores: Eran los encargados de preparar la lana, quitándole la tierra y la suciedad, volvían a cardar, mientras le añadían aceite.

— Las hiladoras: Trataban de hilar con husos y ruecas manuales.

— El tejedor: Tenía que tener preparada la urdimbre alrededor del plegador en el obrador de la casa. Iría tejiendo despacio la lana, hasta que obtenía un paño de unas cuantas varas de longitud. Para esta operación se necesitaban dos operarios, el maestro tejedor, y el llançairet, que normalmente era un niño, encargado de impulsar la lanzadera de un lado a otro.

— El batanero: En el proceso de lavado iba añadiendo jabón blanco casero y el ramer colocaba las piezas salidas de los batanes para que se secaran en ramas o tendederos de paños.

— El tintorero: Recibía las piezas de los pelaire para efectuar el tinte, a través de tinas que contenían agua caliente con colorante.

El perchador: Secaba las telas y les quitaba el pelo.

El tunidor: Rebajaba las irregularidades del tejido, y este lo remitía al prensador que tras pasarlo por las prensas para fortalecerlo lo devolvía al pelaire que era el que lo comercializaba.

Debemos de observar que la concentración en un único edificio fabril de diversas operaciones, junto con la tecnificación generó una serie de especialista u operarios, que incuso a veces se confundían con la propia denominación de la maquinaria. Dentro de esta categoría podría destacar:

– El selfactinero: Era el encargado de trabajar en la máquina de hilar llamada selfactina.

— El diablero: Trabajaba en la maquina conocida como “diablo”, que era utilizada para trocear la lana y disponerla a ser hilada.

— El propio tejedor mecánico: Era el que trabajaba en los telares mecánicos.

Dentro del proceso de tejedura, podemos destacar el canonaire, vigila y repara la rotura de los hilos que se colocaban en la lanzadera; el urdidor, pasaba el hilo por las bovinas; el pasador o nugador que pasaba la madeja por la urdimbre, dando dibujo a la tela; el colero que trasportaba los plegadores de los telares. Si trataba de mantas, será el cordoner el que cogía un número determinado de hilos y con un movimiento de las manos evitaba que se deshilachara la tela.

En cuanto a supervisar el proceso de fabricación y su exacto funcionamientos nos encontramos con el teórico y el picador, el primero preparaba la puesta en carta de los dibujos que el fabricante le pedía y el segundo preparaba los cartones según le dictaba el teórico.

Los últimos procesos se realizaban normalmente por mujeres donde nos encontramos con las pinçadores que sacaban las pinzas de color diferentes que se colaban o las repassadores que arreglaban los pequeños defectos de la trama.

Por último podemos citar a los peçoladors que se dedicaban a limpiar los locales de las fábricas.

 

Para conocer más información acerca de este tema, adjuntamos un enlace para visualizar un Powert Point realizado por nosotros sobre los paños de Alcoy en el siglo XVIII.

http://www.slideshare.net/josebenito52/los-paos-de-alcoy-en-el-siglo-xviii


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