Ermitas. Eje vertebrador del campo alteano.

Con la refundación de la Villa de Altea en el año 1617, los colonos llevar a cabo una repoblación (progresiva) por todo el territorio próximo a la desembocadura del río Algar, no únicamente en lo que sería el recinto amurallado de Altea. Se formaron en estos momentos las llamadas “partides”. Se trata de las pequeñas agrupaciones de casas que en estos momentos se dedicaban al cultivo de los campos y que todavía hoy existen en el término municipal de Altea.

Este poblamiento rural trajo consigo no sólo el cultivo de los campos, sino también todo un entramado de construcciones e infraestructuras antrópicas como caminos, acequias o las ermitas. Entre las cuales podemos nombrar algunos ejemplos como el de la ermita de Santa Bàrbara, en la partida “El Cascall” (Altea la Vella), que fue consagrada a mediados del siglo XVIII al igual que la de Sant Tomàs; u otra más tardía, la de Sant Roc, de mediados del siglo XIX.

Unos santuarios que funcionarían como eje vertebrador del campo alteano y que unirían a sus vecinos en el culto y en las festividades relacionadas con el patrón de cada una de las ermitas que fueron surgiendo.

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