Elda contaba a en el último cuarto del siglo XVIII, según el censo de Floridablanca de 1787 con unos 3.734. La población de este municipio era principalmente agrícola pero si pasamos a especificar más en las ocupaciones y oficios nos encontramos con que la ciudad de Elda contaba entre sus habitantes con una amplia variedad de oficios, por lo que no todos sus habitantes se dedicaban a actividades agropecuarias.
Según los censos podemos saber que en la Villa de Elda ciento noventa y un vecinos eran labradores propietarios de sus tierras, cuatrocientos cuarenta y siete eran jornaleros sin tierras, sesenta y siete eran artesanos, cuatro se dedicaban a la fabricación de papel, nos encontramos con un solo médico entre toda la población, noventa y cuatro eran criados, tres se dedicaban a la abogacía y otros tres eran escribanos, también nos encontramos con tres boticarios y veintitrés comerciantes en total. En cuando a los oficios ligados a la Iglesia en el municipio de Elda tan solo se contaba con un único cura con sus cuatro beneficiados y dos tenientes de cura, dos sacristanes, dos monaguillos y ocho ordenados. Por otra parte existían seis empleados con sueldo del rey, ciento nueve con fuero militar, un dependiente de la Inquisición, veintisiete estudiantes, un síndico religioso y un dependiente de cruzada.
Estos datos nos permiten hacernos una idea de los sectores económicos y sociales de la población. En general podríamos hablar de que el 63,8 % estaba representado por aquellos que se dedicaban a las actividades agrícolas, luego un 7,1% estaría compuesto por artesanos y fabricantes mientras que el 21% restante de la población se dedicaba a otros oficios y actividades. [1]
Entre la pequeña nobleza de la villa de Elda para este momento nos encontramos con los personajes D. Joaquín Linares y Sempere y D. Agustín Vidal. Por debajo de estos en la pirámide social estarían los labradores propietarios a los que la señoría confiaba la administración de sus propiedades y regalías. Junto a ellos los campesinos y jornaleros subsistían como arrendatarios y asalariados y debían satisfacer los tributos estatales, los derechos señoriales, y las derramas o repartos para hacer frente a los gastos municipales.[2]
Dentro de los cargos municipales encontramos que el Concejo, Justicia y Regimiento de la villa de Elda estaba formado por el alcalde ordinario, cuatro regidores, el síndico procurador general, el alcalde de la hermandad, el alguacil mayor. Estos oficios eran empeñados por eldenses que accedían a través de la propuesta realizada por los cargos salientes tras la posterior confirmación señorial. Estos cargos eran de especial importancia para los habitantes de la villa ya que mostraban gran interés por hacerse con ellos cuando se producía una vacante[3]. Esta forma de acceder a los cargos permitió durante mucho tiempo a las familias influyentes de la villa situar y mantener a sus miembros en los órganos de gobierno y control municipal. Estas familias poseían tal poder económico por su condición de grandes propietarios que se mantuvieron en el gobierno municipal al margen de cualquier variación o inestabilidad política del reino. La forma en que estas familias pasaron a formar la pequeña oligarquía local se debe a la manera en que se dispuso el dominio útil de las tierras con la Carta Puebla de 1611. Gracias a ello la oligarquía local fue quien tuvo el control efectivo del gobierno municipal, siendo el señor un mero intermedio entre la Corona y los vasallos.