El agua: huerta y molinería

El agua es un recurso limitado en la cuenca del Vinalopó, donde la sequedad es habitual a lo largo del año, pero este espacio físico es transformado por las comunidades agrarias que aprovecharán hasta la última gota de agua. El regadío es un nuevo paisaje exigente de alta cantidad de humedad y calor, la cantidad de agua necesaria por la huerta es mayor que la aportada por la pluviosidad, con lo cual es necesaria la implantación de sistemas técnicos que propicien el agua necesaria.

Estos sistemas técnicos fueron implantados en época andalusí y fuertemente intervenidos durante la Edad Moderna. Mientras que las grandes huertas de la cuenca del Vinalopó se situaban en la ribera del rio, la huerta de Monóvar cuenta con un área irrigada reducida, lo mismo ocurría con las huertas de otros municipios que se veían obligadas a obtener el agua a partir de manantiales o minas y almacenarla en balsas. A continuación vemos una tabla con los espacios irrigados en Monóvar en 1818.

Fuente: PÉREZ MEDINA, Tomás V., Los molinos de agua en las comarcas del Vinalopó (1500-1840), Petrer, Centre d´Estudis Locals del Vinalopó, 1999

Fuente: PÉREZ MEDINA, Tomás V., Los molinos de agua en las comarcas del Vinalopó (1500-1840), Petrer, Centre d´Estudis Locals del Vinalopó, 1999

En cuanta a la molinería, es el Vinalopó destacan los molinos harineros hidráulicos de cubo y rueda horizontal impulsora, dedicados principalmente a moler trigo, cebada y centeno. Normalmente monopolio reales, poco en el territorio valenciano propietarios particulares aumentan el número de molinos poseídos. Así en Monóvar encontramos 1 molino harinero en el siglo XVI que se mantiene en el XVII, 3 en el XVIII y 5 en el primer tercio del XIX.

Por lo que respecta a los molinos bataneros, en Monóvar es construido uno en 1715, mejor dicho, es habilitado un molino de pólvora en batán. Este molino estaba vinculado estrechamente con la actividad textil local de la que queda constancia gracias de nuevo al botánico ilustrado Antonio de Cavanilles, ya que este opina que los 300 telares de lana y algodón de la Villa tendrían más provecho sí en Monóvar existiesen los oficios relacionados con los centros de producción textil, es decir, pelaires, cardadores, tejedores, tintoreros y bataneros, ya que los productores de Monóvar tenían que recurrir  a los de Alcoy y Castalla.

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