LA SITUACIÓN AGRICOLA EN ONTINYENT DURANTE LA EPIDEMIA DE 1600

Las relaciones comerciales se vieron interrumpidas por la peste que dejaba a la población a su suerte en el autoabastecimiento alimentario. Era pues, importantísimo conocer cuál era la coyuntura agrícola del momento. De ella dependía que la epidemia provocara una mayor mortalidad al dejar infra-alimentados a los habitantes del núcleo infectado. Unas mayores defensas orgánicas indiscutiblemente no garantizaban la salvación, pero una deficiente nutrición sí que favorecía el desarrollo de la peste y de otras enfermedades disparando la mortalidad.

De esta forma si se producía una excelente temporada cerealística permitía afrontar con muchas garantías de éxito el mantenimiento de una población aislada de las otras a causa de la peste  y la buena situación agrícola en el campo ontinyentí  pues sirvió para templar el impacto de la peste.

Una vez transcurrido el verano con ciertas dificultades, el comercio se reanudó; los mercaderes de Valencia Ludovico Max i Octavio, previo permiso del virrey comprarán gran cantidad de lana al mismo Ontinyent y sus alrededores que exportaría a Italia. Posteriormente también algunos forasteros procedentes de Canals y Villena  vinieron a Ontinyent con en el propósito de adquirir  algunas partidas  de seda de las casas no infectadas. Estas relaciones mercantiles denotaban una tímida reactivación a partir de Otoño de 1600 que desembocarían en una definitiva normalización ya bien entrado el año siguiente.

Pero pronto, la universidad ontinyentina ejerció funciones tutelares, pagando de los fondos municipales las necesidades alimentarias. Aquel esfuerzo indiscutiblemente salvaguardó muchas villas salvándolas de una posible desnutrición que les habría conducido a una probable muerte. Está claro que aquella gran operación de manutención, repercutió duramente sobre las finanzas municipales, provocando un enorme endeudamiento que obligó al encargo de dos censales valorados en 6000 lliures. El primero de ellos fue asumido por la universidad a corto plazo. El 27 de Marzo  los jurados, temiendo que la situación empeorara, actuaron con rapidez. El segundo censal fue aprobado por el consejo general el 1 de julio  al cual acudieron únicamente 14 personas.

El número de asistentes da una idea de la magnitud de la epidemia y según los manuales se puede afirmar en condiciones, con todos estos datos, que el derrumbamiento  de las finanzas municipales se inició a raíz de la peste del 1600.

La mayoría de recursos movilizados por la clavería en combatir o prevenir la epidemia fueron destinados a la manutención de unas amplias capas de la población. La acción auxiliadora se completó con los préstamos que la clavería del almodí concedió a 309 vecinos que pidieron casi todos una barcella de panizo. Estas ayudas no han sido contabilizadas porque con posterioridad serían amortizadas con un valor de 12 sueldos la barcella.

Los ontinyentinos durante la epidemia naturalmente no consumieron exclusivamente pan, vino y carne, sino que la clavería nos da a conocer toda una relación de víveres que los vecinos de Ontinyent saborearon como aceite, calabazas, arroz,  vinagre, azúcar, gallinas, cebollas, atún y otros salazones.

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(Una de las muchas huertas de Ontinyent en la actualidad, que en un pasado fue probablemente de abastecimiento a la villa).


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