El pueblo valenciano siempre a lo largo del reinado de Carlos III había mostrado la honra hacia el monarca a través de la realización de festejos populares, como muestra de lealtad y fidelidad a la monarquía. Del mismo modo, estas celebraciones se practicaban de igual forma tras la muerte del monarca, siendo esto lo que conocemos por exequias. A través de esta celebración podemos conocer el concepto que la sociedad valenciana tenía acerca del monarca, puesto que esto da reflejo no solo de las actuaciones de la sociedad sino también de la actitud propagandística que toma la monarquía. Aunque en este caso centraremos nuestra atención en la sociedad valenciana y su actitud ante la muerte del soberano Carlos III.
Tras el conocimiento de la muerte del monarca, desde la futura monarquía se transmitía un mensaje de continuidad, aunque no sería lo mismo desde el punto de vista de la sociedad. En el caso de Valencia, el mismo día que se conoce el fallecimiento de Carlos III, los componentes del Ayuntamiento vistieron de luto, suspendiendo las actividades dentro del mismo. Por otro lado, los encargados de festejos se encargaban de los preparativos necesarios para la celebración de las exequias. Además de esto, se procede al cierre de las puertas y ventanas de las casas capitulares, a la colocación del retrato del monarca en la ante-capilla de las casas capitulares. En lo que respecta a los gastos, hubo de acordarse una relación de gastos ceremoniales por parte de los regidores al mismo tiempo que se precisaban los preparativos ceremoniales. El límite presupuestario era de 1000 reales de vellón, estipulado así en 1766, estando demasiado ajustado, de ahí que se presentase una ampliación al intendente y al Real Consejo, viéndose denegado. El futuro monarca Carlos IV será quien aprobará la ampliación del presupuesto demandado, pasando de 1000 reales de vellón a 3000 reales de vellón. Debido a las demoras financieras, la celebración de las exequias en honor a Carlos III no se celebrará hasta el martes 11 de agosto de 1789, casi un año después de la muerte del difunto monarca. En el proceso de celebración de las exequias los vecinos permanecían con las puertas cerradas y no se vendía ningún producto.
Los sermones y elogios fúnebres pueden aportarnos un gran caudal de información, dándonos a conocer la mentalidad de los súbditos valencianos hacia la monarquía. Parte de la información que podemos obtener es la concepción que estos tenían acerca de la monarquía, donde se mantiene un pensamiento teocentrista, en donde el monarca recibía el poder a través de Dios. Según los valencianos Carlos III es el conocido como “Buen Rey” puesto que desde su perspectiva realizó una gran labor como monarca. Éste era considerado el padre de la patria, quien además defendía la religión católica, mostrando su labor en la censura de los libros considerados como impíos, así como en la búsqueda del bienestar de sus súbditos.
A través del análisis de la concepción del pueblo valenciano acerca de la celebración de las exequias hacia Carlos III hemos podido hacernos una idea de la relación que existía entre la sociedad valenciana y la monarquía del difunto Carlos III, así como de la futura monarquía de Carlos IV en la segunda mitad del siglo XVIII.
Almudena Martínez