A continuación desarrollaremos una crítica historiográfica del documental que os presentamos:
Se trata de un documental biográfico sobre la figura de Vladimir Lenin, al que definen como uno de los hombres que mayor influencia y controversia han provocado en el siglo XX. A lo largo de la narración se intercalan comentarios y análisis de un analista ruso, nacido pocos años antes de la Revolución de 1917, y de historiadores norteamericanos.
Como decíamos es un análisis a la vida del líder bolchevique, sin embargo resulta chocante el cariz que toman las intervenciones de los analistas, asimilándose el tono del documental a las biografías sobre alguna celebridad del mundo de la farándula en el canal Biography Channel. También hay que señalar que este tipo de historia biográfica y episódica, reducida a los grandes personajes y a su determinismo sobre los acontecimientos no encajaría en el tipo de historia que al historiador (casi) que os escribe le gustaría desarrollar en su labor investigadora.
De producción norteamericana, hay que resaltar su parcialidad. No esperamos documentales filocomunistas producidos por los grandes medios de comunicación norteamericanos. A lo largo del XX, corrientes como Annales han criticado la imparcialidad y la objetividad historicista. Sin profundizar en este debate, y rechazando la narrativa en favor del análisis y la explicación, teniendo para ello que ser subjetivos, este documental roza la propaganda anticomunista propia de los EE.UU de una manera algo discreta pero eficaz. No pedimos parcialidad, sino analistas que se mojen y que expliquen, pero tampoco queremos propaganda.
Esa “propaganda” de la que hablamos se refleja en el análisis de la personalidad de Lenin y en el trato que le dan a la violencia de los bolcheviques, pese a que no vamos a entrar a valorar los actos violentos que se produjeron en la convulsa Rusia de los primeros años del XX, puesto que no es el cometido de esta entrada. Empezando por cómo se refleja la violencia, se desprende ese tufillo de la propaganda yanqui en la que la violencia es equiparable al terrorismo y a la barbarie, siempre y cuando no se haga bajo el manto de las barras y estrellas y en nombre de la ¿libertad y la democracia?
En cuanto al análisis a la personalidad y familia de un personaje, consideramos que puede resultar enriquecedor para ampliar las perspectivas del estudio o, incluso, para captar la atención de una audiencia variada, pero con ciertos límites. Para empezar, se cuenta con el citado testimonio soviético que relata la mitificación de la figura de Lenin por parte de la URSS, como el “abuelo” u hombre bondadoso, para contrastarlo con los comentarios de los analistas, que lo presentan como arisco, mandón, frío…
Que no lo ponemos en duda, ni la labor propagandística que ejerció la URSS ni la personalidad del personaje, pero consideramos que de este modo, a parte de la clara tendenciosidad, se empobrece o se dinamita un posible análisis psicológico, ideológico o personal del personaje. Además, se dice en el reportaje que Lenin cautivó a cuatro generaciones de rusos, por la mitificación que se produjo de su figura tras su muerte. Sin embargo consideramos que ese desarrollo de figuras exaltadoras y legitimadoras de la URSS no es consecuencia ni paralelo a la revolución, de la que es protagonista Lenin, sino que se trata de una desviación posterior una vez muerto.
En este desarrollo de su personalidad criticamos dos comentarios. Uno de los historiadores consultados para el reportaje, muestra una visión muy simple y manipulada de la figura del revolucionario en sí, pues le extraña que de una familia de clase media y unida, salga un hijo tan intransigente y radical. Es decir, que en opinión de este señor, si se es de buena familia habrá que ser formalito, fino y aparente, y si formas parte de un movimiento revolucionario es una consecuencia de una familia disfuncional.
Opinamos lo contrario. En momentos convulsos y de pesadas cargas, las masas populares se pueden soliviantar espontáneamente u organizándose entre ellos. Sin embargo una gran mente, controvertida o no, va a surgir de entre la clase media por tener oportunidad de llevar una vida cómoda que le permita formarse. La masa popular está atada y limitada para desarrollar aspectos más allá de trabajar para poder subsistir, aunque a veces trate de sacudirse las cadenas. Un muchacho de buena familia tiene más capacidad de movimiento para conocer otros círculos o entrar en contacto con otras ideas.
Otro de los historiadores consultados, J. Arch Getty de la Universidad de California, realiza unos comentarios más analíticos y amplios, más eruditos, al afirmar cosas como que Lenin creció en una sociedad polarizada por ricos y pobres, reflejándose esa polaridad en la educación, al alcance de una familia como la de Lenin, en la que su hermano mayor aspiraba a abandonar el pueblo para estudiar.
También nos choca, es este análisis de la personalidad, ciertos comentarios en torno a la compañera sentimental de Lenin. Presentan fotografías suyas en las que sale seria, comentando uno de los analistas que da una imagen de amargada, cuando Lenin decía que era dulce. Este tipo de comentarios nos chirrían muchísimo, puesto que nos resultan más propios de otro tipo de programas o personajes, y porque no aportan nada en un análisis sobre la revolución rusa y uno de sus líderes. Se me viene a la cabeza el siguiente ejemplo, que a partir de unas fotografías publicadas en una revista de la infanta Cristina, comenten desde su ropa o su peinado hasta la cara de amargada que tiene desde el juicio a su marido.
Por último, respecto a Lenin y la revolución, ese carácter episódico y reducido al personaje que nos presentan acaba por mostrar una imagen tendenciosa de Lenin. No vamos a considerarlo nosotros como un héroe ruso, pero no reducirlo a un violento insignificante sin protagonismo alguno durante la revolución, como a veces lo presenta el documental. Lenin estuvo exiliado, por lo que la revolución de febrero no la vivió en Rusia. Pues a partir de su exilio presentan a un Lenin sin apoyo popular, bandido y ajeno a la revolución, como si el bolchevismo se redujera a su persona. A parte de presentar una idea de revolución vacía y a un Lenin vacio de humanidad, un simple muñeco absorbido por la política, y sin más ideología que alcanzar el poder a través de la revolución.