El Árbol, el alcalde y la mediateca (Eric Rohmer, 1993)

Podemos decir que se trata de una película en la que el argumento o el tema de la misma es lo de menos. Es un tema cualquiera, como podría haber sido otro, para desarrollar su principal objetivo: transmitir un mensaje moralizante y humano, además de hacer reflexionar al espectador. Pese a ser una película estrenada en 1993, presenta una realidad muy presente, e incluso acentuada en nuestros días: el individualismo y progreso imparable de las nuevas tecnologías sobre el planeta y el ser humano en su colectivo.

Se trata de una película en la que el azar y la confrontación giran en torno al tema, que el alcalde de un pueblo rural quiere construir una mediateca en un terreno natural, la cual no se llegará a realizar como consecuencia de los avatares del destino.

Pero añadiría otro elemento más: la sabiduría, la libertad y la bondad propia de los niños. Sobre si la bondad en un don innato o no podríamos reflexionar. Sobre el papel de los adultos en la educación de los niños y su capacidad para ello (¿nuestros mayores nos educan?) también. Pero lo que quiero resaltar es que los niños y los jóvenes, dentro de nuestra inexperiencia y limitaciones, podemos dar lecciones a nuestros mayores, sin embargo se nos desautoriza en numerosas ocasiones por ser jóvenes o pequeños. Y en la película se refleja cómo un niño puede dejar sin argumentos a un adulto presa del individualismo y la manipulación que se desarrolla en el “mundo de los mayores”.

No defiendo que haya que tratar a los niños o a los jóvenes como adultos, sino como corresponde a la edad. A lo que me refiero es que no hay que tomarles por tontos o menos inteligentes por su edad. Por desgracia ese trato infantil se extiende en el tiempo, y escuchamos a los adultos exclamar “nuestros gobernantes nos toman por tontos, nos tratan como niños” o “tratan de vendernos un mensaje infantil”, y frases por el estilo. Una de las primeras moralejas de esta película podría ser: Escuchemos a nuestros mayores, de acuerdo, pero a nuestros niños también.

Como decíamos, el desarrollo de la trama gira en torno a la confrontación. Algunos de los elementos que Rohmer confronta son el campo y la ciudad, la tradición y el progreso y la izquierda y derecha política, con el fin de desarrollar un mensaje humano y hacer reflexionar, totalmente imparcial ante cualquier forma de ideología o pensamiento.

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