¿Por qué falla el sistema representativo?

Desde el 15-M, el «no nos representan» ha pasado a ser un mensaje nuclear que sirve de enganche para una crítica general de las instituciones representativas de la democracia española. Se trata de una crítica que no solo toma cuerpo en España sino que se extiende a otros muchos países, especialmente a los que forman parte de la UE.

¿Cuáles son las causas? La primera de ellas tiene que ver con las consecuencias sociales de la crisis, con sus secuelas de paro, marginación, pobreza y desigualdad. En ausencia de una respuesta del «sistema», han sido los distintos movimientos de protesta que han proliferado en los últimos años los que han puesto los puntos sobre la íes. Son ellos los que han obligado a poner en la agenda la prioridad de atender a los damnificados y a contrarrestar las políticas de austeridad impuestas por la UE.

La crítica apunta, por otro lado, a un cuestionamiento del sistema representativo mismo, al que se acusa de estar anquilosado y manipulado por los partidos políticos. Se plantea que el diseño constitucional del 78 ha quedado rebasado por una dinámica social que exige más participación así como una regeneración efectiva de la democracia. Se cuestiona la viabilidad de un régimen electoral que apuesta, fundamentalmente, por la estabilidad de los Gobiernos, en lugar de ser un reflejo fiel de las opciones de la ciudadanía. Se critica asimismo que, si bien la Constitución contiene mecanismos de democracia participativa –como los referendos consultivos y vinculantes, la iniciativa legislativa popular, etc.– éstos son insuficientes a la vez que inútiles, pues están subordinados a las decisiones de los órganos representativos. Se plantea, en fin, que los partidos políticos han degenerado en «partitocracia», de manera que no sólo actúan colonizando las distintas instituciones sino que se valen de ellas para vivir en la opacidad y engendrar corrupción. Todos estos aspectos justificarían una reforma que tiene que alcanzar a la propia Constitución, aunque no están tan claras las posibles alternativas.

Porque yendo más lejos, una tercera causa del malestar hay que situarla en el funcionamiento de la Unión Europea, en la medida en que ésta utiliza las competencias soberanas que les hemos cedido sin tener en cuenta los marcos democráticos de los estados y sin la contrapartida de la exigencia de responsabilidad. En estas circunstancias, ¿cómo otorgar legitimidad a las instituciones representativas españolas si no pueden decidir en temas cruciales, como políticas económicas, deuda o moneda, sino que, antes bien, las políticas que vienen de la UE son las que conspiran contra lo establecido en nuestro sistema de convivencia?

Tal vez, la causa última del malestar respecto a la representación y al sistema de partidos tiene que ver con la desintegración de ese conglomerado que es el modelo de Estado Social y Democrático. Porque si el sistema representativo y el pluralismo de partidos se asentó durante décadas en el pacto social de postguerra, un pacto social entre Capital y Trabajo, hoy en día ese pacto se ha roto, tanto porque el Capital ha emigrado a la esfera global, como porque el Trabajo, en su sentido tradicional de clase se ha transformado, apareciendo nuevos movimientos y sujetos que reclaman su presencia en el espacio público.

La clarificación del ámbito político español debiera partir de la premisa de que la casi totalidad de las fuerzas políticas –incluso de las emergentes– se declara partidaria de un modelo de cohesión social y se sitúa en la órbita de la social-democracia, con distintos matices. El problema es si existe una auténtica social-democracia que impulse el proceso y le dé forma. La tentación de encapsular el «no nos representan» en el marco estrictamente español y practicar eso del «socialismo en su solo país», además de infantil, resultaría desastroso. El déficit de representación y la exigencia de más participación tienen muchas facies relacionadas entre sí. Apuntar coherente y responsablemente al objetivo exige reformas en el marco español y en la propia UE si no queremos que la globalización sea una apisonadora que nos aplaste a todos.

http://polop.cpd.ua.es/dossierua/index.jsp?status=publicada&date=16-02-2015
http://www.diarioinformacion.com/opinion/2015/02/16/falla-sistema-representativo/1599703.html

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El IBEC pretende constituirse en un espacio de reflexión sólido para todas las corrientes constitucionales que están eclosionando en ambas orillas del Atlántico a partir del conocimiento exhaustivo de la situación en la que viven los países iberoamericanos, y además, en un espacio de conocimiento de la situación iberoamericana y, de investigación del mismo ofreciéndose a los investigadores jóvenes más prometedores para que puedan seguir alimentando primero en su seno y más tarde en sus respectivos países de origen la riqueza de su pensamiento.
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