Estrategias conspirativas

Recibo a menudo correos misteriosos y esotéricos que pretenden explicar lo que el sentido común no estaría en condiciones de hacer. No es extraño que esto suceda, pues los tiempos que corren son propensos a la aparición de toda suerte de teorías fantásticas, de base conspirativa normalmente. Aunque coherentes en apariencia, la coherencia, como bien se sabe, no es sinónimo de verdad.

Una voz en off, que no alcanzo a identificar, hace el siguiente análisis de lo que llama la estrategia oculta del PP. Dice así:

El PP –con Pedro Arriola, el gurú de cabecera del Gobierno al frente– da por perdidas las elecciones de noviembre de 2015 si no se hace algo y pronto. Sabe perfectamente que la carta del repunte de la economía y del empleo, como principal baza electoral, ya no es creíble, y teme que el nuevo liderazgo del Pedro Sánchez, junto a otros apoyos, le desaloje de la Moncloa. ¿Qué hacer entonces? –dice la voz en off. Bueno, poner en marcha una estrategia basada, principalmente, en tres ejes: dividir a la izquierda, enterrar la corrupción y apelar a la política del miedo.

Para dividir a la izquierda, el PP tiene que dar aire, estimular y facilitar la aparición de un fenómeno populista, como Podemos, con el objetivo de que éste arrebate el protagonismo a los partidos tradicionales de la izquierda. No de otra manera se podría entender el apoyo, rayano en la apología babosa, que recibe la formación de Pablo Iglesias en medios como la Sexta, cuyo dueño, el Sr. Lara, también lo es de La Razón, el principal soporte del PP en la prensa española.

La maniobra por sí sola no bastaría, sin embargo. La estrategia oculta del PP pasaría pues, según nuestro esotérico analista, por reanimar la baja moral de sus votantes, en horas bajas, tratando de revertir el punto más débil: la corrupción estructural que anida entre sus filas. Para ello, como los ejércitos en retirada, no tiene más remedio que emplearse a fondo en la táctica de «tierra quemada», es decir, sacar a relucir todos los casos de corrupción posibles, de modo que unos solapen a otros, quemándolos y enterrándolos, con el fin de dejar despejado el camino antes de las elecciones. Arriola cree (y en esto no le falta razón) que el electorado es desmemoriado por definición y que sólo tendrá en cuenta lo que se le diga entonces.

Pero por si acaso el monstruo populista que ha contribuido a crear se desmadra y amenaza seriamente con llevárselo todo por delante para fundar una república bolivariana, el PP debe tener preparada una propaganda masiva basada en el miedo (y en otras armas letales que tendría preparadas), presentándose como el garante de la unidad de España y de la democracia, frente a la desintegración, el caos y la anarquía.

Hasta aquí el análisis conspiranoico, tan simplificado como el original, del que se desprende un inconfundible tufillo. Como decía, lo que a menudo se presenta como una historia coherente, no tiene que nada ver con la verdad. Otros muchos análisis se podrían contraponer, que nos situarían más cerca de la realidad. Lo iremos viendo.
20141124 Artículo diario informacion J.ASENSI

Fuente: http://polop.cpd.ua.es/dossierua/index.jsp?status=publicada&date=24-11-2014
http://www.diarioinformacion.com/opinion/2014/11/24/estrategias-conspirativas/1570697.html

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