Otros autores influyentes en la ideología política del siglo XVI

Otros autores influyentes en la ideología política del siglo XVI

Además de Erasmo y Maquiavelo,  aparecen en el primer cuarto del siglo XVI numerosos autores decisivos en cuanto a la actitud política del hombre de la época:

–          Tomás Moro (1466-1536) refleja, en Utopía (1516), las profundas tendencias de disconformidad y reforma del orden social. Este escritor ultracatólico, escribió, paradójicamente, el primer gran alegato marxista de la historia de la filosofía.

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Tomas Moro, por Hans Holbein el Joven

–          Luis Vives (1492-1540) coincide en parte con las tendencias de Tomás Moro, aunque orienta sus soluciones en otra dirección. En De concordia et discordia in humano genere (1529) plantea que el modelo del buen príncipe no puede ser otro que el del sabio. Pero, este autor no ve en el Imperio más que un principado más de entre los varios que coexisten en Europa. Así que se aparta de las ideas imperialistas.

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Luis Vives

Junto con estos dos pensadores, también ejercieron gran influencia  Claude de Seyssel (1450-1520), que en La Grande Monarchie de France (1519) pone al descubierto la pretensión de colosalidad con que surgen los nuevos Estados, y Fray Alonso de Castrillo, que en su Tratado de República (1521) teoriza sobre los elementos democráticos que se desarrollan en el seno de las nuevas sociedades.

El peso que todos estos autores tuvieron demuestra la importancia del pensamiento político en el siglo XVI. Carlos V no se quedará alejado de esta tendencia y una prueba de ello es que muchos de sus hombres de Estado fueron además pensadores políticos. Así, mantuvo como agente diplomático en Italia a Diego Hurtado de Mendoza, un gran escritor, poeta, traductor y comentador de Aristóteles.

Esta conciencia típicamente renacentista es lo que tiene Carlos de moderno. El hombre no es una pieza en un orden fijo, preestablecido, sino que proyecta y realiza su obra tal y como su pensamiento la construye. Esto tiene, en su figura de político, un innegable valor intelectual. El Emperador obra según su pensamiento, que trata de hacer encarnar en al realidad.

Esta intelectualidad de Carlos V fue uno de los motivos de su retiro a Yuste. Abdicó debido a su debilidad de enfermo, pero también por el afán de ponerse en claro consigo mismo. Esta actitud concuerda con la tesis de su secretario, Alfonso de Valdés, que en su Diálogo de Mercurio y Carón, aconseja al rey que si no puede salvar la paz y encuentra ser obstáculo para lograrla, debe renunciar a seguir siendo rey. Quizás, después de 1552,  el Emperador pensó que ya no podía salvar la paz, pues su imperio era incompatible con la misma. Y por ello decidió quitarse de en medio.


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