LA CUENTA DEL AÑO Y LOS SOLSTICIOS Y EQUINOCCIOS
Descubrieron que el movimiento del sol se acababa en un año, al cual llamaron Huata. La gente común contaba los años por las cosechas. Alcanzaron también los solsticios del verano y del invierno, los cuales dejaron escritos con señales grandes y notorias, que fueron ocho torres que labraron al Oriente y otras ocho al Poniente de la ciudad del Cuzco.
Para verificar el solsticio se ponía un Inca en cierto puesto al salir el sol y al ponerse, y miraba a ver si salía y se ponía por entre las dos torres pequeñas que estaban al Oriente y al Poniente.
Los equinoccios: en el de marzo segaban los maizales del Cuzco con gran fiesta y regocijo, particularmente el andén de Collcampata, que era como el jardín del sol. En el equinoccio de septiembre hacían una de las cuatro fiestas principales del sol, que llamaban Citua Raymi. Para verificar el equinoccio tenían columnas de piedra riquísimamente labradas, puestas en los patios o plazas que había ante los templos del sol. Los sacerdotes, cuando sentían que el equinoccio estaba cerca, tenían cuidado de mirar cada día la sombra que la columna hacia. Tenían las columnas puestas en el centro de un cerco redondo muy grande, que tomaba todo el ancho de la plaza o del patio; por medio del cerco echaban por hilo, de Oriente a Poniente, una raya, que por larga experiencia sabían dónde había de poner el un punto y el otro. Por la sombra que la columna hacia sobre la raya veían que el equinoccio se iba acercando; y cuando la sombra tomaba la raya de medio a medio desde que salía el sol hasta que se ponía y que a medio día bañaba la luz del sol toda la columna en derredor, sin hacer sombra a parte alguna, decían que aquel día era el equinoccial.