Teniendo en cuenta el carácter revolucionario de la transición de finales del siglo XV al XVI en los terrenos de la economía o de la política, el cambio profundo es más evidente en lo que respecta al pensamiento y a la estética.
Curiosamente a través del tiempo, ha tenido lugar un esfuerzo tan tenso, tan sostenido, tan consciente y tan completo que ha sido capaz de organizar la vida del hombre por medio de la determinación de ciertos valores morales. Este movimiento al que hacemos referencia de una manera indiscreta, es el que alude a conceptos tan importantes como han sido el Humanismo y el Renacimiento. A lo que nos referimos con estas acuñaciones, es en primer lugar a la exaltación de la dignitas homini* como medio y fin, y la certidumbre de hacer revivir una época pasada considerada como un modelo a igualar. Los hombres de la época tuvieron plana consciencia de ruptura con los tiempos oscuros y bárbaros que les habían precedido. Pero aquí habría que matizar esos caminos recorridos, que fueron muy innovadores en la época, además de fecundar la humanidad occidental de una manera enfocada a remontar al pasado medieval.
Esta revolución espiritual y artística de este paso de siglos, permanece esclava en su proceso de los logros obtenidos anteriormente, y como base fundamental, centrándose en un desarrollo profundo del pensamiento y los límites de sus decisiones.
*El derecho a la dignidad humana se concibe así como un triunfo sobre la bajeza, debilidad y falla humanas. La dignidad humana aparece definida en relación directa con Dios con independencia de la condición política y social del hombre, de su nacionalidad, religión o pertenencia a cualquier otro grupo. Con ella el hombre posee ciertos derechos que ninguna comunidad terrena puede enajenar.
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