Reforma católica

La Iglesia católica romana no tomó conciencia de la amplitud del movimiento de contestación que la afectaba. Pensó que la represión del Estado o los intentos de acercamiento conseguirían circunscribir la herejía y absorberla.

Pero, a partir de 1530 no tuvo más remedio que admitir que la ruptura era profunda. En primer lugar, mientras Roma condenaba a Lutero, las universidades habían sido involucradas en el conflicto, afectando así a las facultades de teología (guardianas de la ortodoxia). Sin embargo, la Iglesia católica reacciona ante el desarrollo de una herejía en este terreno, mediante una obra reformadora que continuaba con esfuerzos dispersos de principios de siglo y que tiende a hacer desaparecer algunos de los abusos más evidentes. Para colmo, otros círculos, que no apoyaban este tipo de reformas, rechazaron las concesiones doctrinales y se reafirmaron fuertemente las verdades tradicionales. Fue en estas líneas, las fijaciones protestantes hechas por los sucesores de Lutero y Calvino, quienes responden a la tranquila reafirmación de estas verdades sobre la Iglesia Romana. La una y la otra se producen en el mismo momento en que se manifiestan las crisis del Humanismo y los cambios estéticos. A mediados del siglo XVI, el dinamismo creador de los reformados deja paso a las crispaciones de las ortodoxias, a los conflictos criminales, a las evasiones deformantes… donde el movimiento religioso en estos últimos decenios de la época se deberán tratar más exhaustivamente con la crisis que surge posteriormente. De esta manera el territorio europeo, en lo que respecta al ámbito religioso, quedaba dividido en:

 

1. Catolicismo

2. Luteranismo

3. Calvinismo

4. Anglicanismo

6. Otras religiones (como la musulmana)

 

 

 

 

 

 

 

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