“Primun non nocere (Lo primero, no hacer daño)” reza un aforismo básico de la práctica médica. “Primun docere (Lo primero enseñar)”, sería la variante aplicable al profesorado. Sin embargo, en la práctica, el profesor universitario se ve abocado a seguir al pie de la letra el aforismo que encabeza este articulo: “Primum non docere (Lo primero no enseñar)”.
Lo primero no enseñar, porque al enseñar el profesor pierde la posibilidad de enriquecer su curriculum vitae con aquello que más se valora en las acreditaciones/habilitaciones/oposiciónes: la investigación (artículos, libros…). Lo primero no enseñar, porque la actividad docente esta mal vista por parececerse a la de un cómico en el escenario, de un charlatán en su tarima o la de un clérigo en el púlpito. Lo primero no enseñar, porque eso no “mola” y además lo puede hacer cualquiera, aunque no tenga ningún titulo que le avale e incluso a pesar de la opinión en contra y repetida de la mayoría de los alumnos. Lo primero no enseñar, porque para algunos soportar a los alumnos es una tortura. Lo primero no enseñar, porque además no es necesario para que te den los tramos docentes. Estos se dan de forma automática, seas un excelente profesor o un psicopata incompetente. Lo primero no enseñar, porque te puedes manchar el “lacoste” de tiza. Lo primero no enseñar, porque…
Probablemente el problema es puramente semántico. Con toda seguridad estamos interpretando el verbo “docere” de forma parcial y el término investigación de forma corrompida. Probablemente estamos confundiendo la universidad con la pasarela Cibeles, los campos Elíseos o la antaño famosa vía Veneto. Quizá se nos está olvidando que la Universidad es un servicio publico, destinado a formar a los ciudadanos y que los profesores tenemos en la actividad docente una de las más importantes de nuestras funciones. Quizá algunos responsables universitarios, son unos irresponsables, que han convertido a la universidad en su negocio particular olvidando el primum docere.
¿Qué podemos hacer para que las actividades dimanantes de del verbo “docere” sean valoradas, útiles, estén bien vistas y sean consideradas agradables y necesarias?. Aclarar algunas cosas como las que siguen puede contribuir:
1º) En primer lugar debemos devolver al verbo “docere” toda su carga semantica. Docere en latin significa enseñar e instruir y esta claro que no se puede enseñar si otro no quiere aprender. Enseñar/aprender, enseñanza/aprendizaje, constituyen un binomio inseparable, son las dos caras de una misma moneda. Las autoridades academicas, los profesores universitarios y los alumnos debemos reivindicar la docencia como una actividad profesional altamente especializada y muy digna. Construir en el interior (instruir) de un ciudadano, un abogado, un médico, un ingeniero, un biólogo, etc. no puede ser una actividad tomada a la ligera y dejada en las manos de cualquiera. La formación docente y científica del profesorado es una tarea urgente.
2º) En segundo lugar, tambien debemos devolver a la actividad investigadora su real dimensión. En la universidad española, algunos, todavía “juegan” a la investigación como si se tratara de adquirir un “aura flurescente de distinción”. Algunos, viven la investigación como una forma de “discrimanación social”, en un sentido cuasi xenofobo (los “criterios de excelencia” de algunos), como una forma de “prestigio social”, que hay que conseguir a consta de lo que sea. Esto es especialmente grave, cuando se llega a conocer la impunidad e indecencia, con la que algunos fabrican algunos de sus “criterios de excelencia”, pero esto es materia para otro articulo. Ser investigador es algo más serio y simple.
El investigador actual es un profesional como cualquier otro (informatico, abogado, economista, periodista, sociologo, etc). Es un experto en resolver problemas y en responder preguntas de una determinada disciplina y tendrá más o menos éxito dependiendo de multiples variables, no todas controladas por él (personales, sociales, políticas, económicos y aleatorias). El investigador actual no es ni tiene que ser ninguna especie de aristocrata, no es ni tiene que ser ningún superdotado (conozco alguno que presume de científico y cae de lleno en el grupo de los “borderline”), no es ni tiene porque ser de “buena familia”, también las clases modestas dan buenos profesionales de la investigación.
Con toda probabilidad, el error resulta de confundir y hacer sinonimo el termino “investigador-profesional” con el de “genio”, “sabio”, etc. Pero es que los “ramonesycajales”, los “severosochoas”, etc, lo han sido por otras razones distintas que las de manipular plazas universitarias, comprar voluntades y votos y hacerse premios a la medida. Los sabios y los genios son otra cosa, el resto, por suerte o por desgracia, somos respetables miembros de una sociedad democrática en la que cada uno cosecha sus meritos, honestamente, como mejor puede.
3º) Quizá, la razón última de que la docencia sea menospreciada y la investigación fraudulentamente exaltada por algunos, en nuestro país, y ambas actividades artificialmente enfrentadas, no es más que la estrategia creada por autenticas y minoritarias “tramas impunes” que, desde el franquísmo*, viven la universidad como si de un cortijo se tratara. Son los “Señoritos de la guerra” (por similitud, muy exagerada por mi parte, con los grandes capos que llevan a algunos países a la muerte y a la miseria) emparentados con algunos políticos sin escrúpulos, acaparadores de puestos de decisión, repartidores de prevéndas e inmorales hasta el tuétano.
Finalmente debe quedar bien claro, a todos los ciudadanos ajenos a la universidad que ésta sigue siendo mayoritariamente una institución limpia, eficiente y responsable y que como cualquier otra organización de la sociedad, también tiene sus puntos negros. Puntos negros que no deben ser ocultados, antes bien, diagnosticados y puestos al sol de la transparencia para que bajo la acción benefica de la justicia y la seriedad, cicatricen bien las heridas, evitemos recaidas y la sociedad no pierda la confianza en una institución tan emblemática ynecesaria como la universidad.
________________________________
* II Congreso sobre la corrupción y el acoso en la universidad pública española. Ponencia de Joaquín De Juan: “Arqueología de la corrupción en la universidad española (Bases para un cambio eficaz desde dentro)“. Madrid, 20-21 de octubre de 2006. http://www.ucm.es/info/vivataca/corrupcion/congresoII.htm
Deja un comentario