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Bienvenida a Nueva Realidad

En el partido clásico entre Orwell y Huxley sobre a qué se parecerá el futuro cada uno de ellos ha marcado ya varios tantos. El último de Orwell se refiere a la neolengua y, desde luego, el concepto “Nueva Realidad” es destacable. ¿Cómo será Nueva Realidad?

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La primera respuesta nos la da Huxley. Es un mundo guiado por los argumentos científicos y tecnológicos. La apertura la dieron las curvas epidémicas y los modelos epidemiológicos y ahora el espacio se lo disputan farmacéuticas (pruebas diagnósticas -llamadas tests en neolengua-, vacunas, fármacos) y tecnológicas (el big data a través de los móviles, la inteligencia artificial). Hay una buena dosis de biopolítica y de tecnopolítica. Y es inevitable pensar que conocen poco, tan poco como los politólogos antes de la caída del muro de Berlín o como los economistas de 2007. Esto no es una crítica a estas ciencias, pues la realidad es así y, por tanto, la forma de conocerla también, sino a los que las venden como motos. El solucionismo tecnológico es la gran esperanza, me incluyo, para resolver problemas mucho más complicados, pero nadie puede predecir sus tiempos y sobre esa esperanza y prisa es donde crecen las estrategias de marketing. Y es que quizá la ciencia sea la forma de pensar más equivocada que ha probado el ser humano, si exceptuamos todas las otras formas de pensar que ha probado nuestra especie.

Nueva Realidad, como Vieja Realidad, no existe. Existe la realidad de ahora, pero debido a nuestra infinita capacidad de pensar e imaginar sobre lo que vivimos creamos la ficción del pasado (no, no éramos felices) y hasta sobre el presente y el futuro. Este es un terreno abonado para la manipulación, esto es, la realidad será percibida como nos la presenten otros, nuestro grupo, nuestros pares, los nuestros, que, obviamente, son los buenos (y sí, “una mentira repetida mil veces…”). Así Nueva Realidad puede ser un lugar donde comer pizza es la Nueva Nutrición, pero también Nueva Realidad puede ser un mundo sin petróleo y con energías renovables donde aparquemos el coche por la bici. Sin embargo, entiendo, Nueva Realidad no es un lugar al que se llega. Es un lugar al que se va. Se trata de ir haciendo el camino o, si se quiere, “the way is the goal”. En resumen, será como la hagamos.

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Pirámide nutricional de Nueva Realidad

 

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Plato de Harvard de Nueva Realidad

Nueva Realidad para ser soportable, como lo fue Vieja Realidad, tiene que tener medios de distracción masiva (otro acierto de Huxley), y, entre las primeras valoraciones de nuestra nueva situación se destacó el tiempo que proporcionaba para Netflix, también se mantuvieron las retrasmisiones deportivas que continuaron hablando de exactamente los mismos temas que trataban cuando había partidos de fútbol, y, por supuesto, ahondamos en el consumo de medios de comunicación y de los medios de autocomunicación de masas (yo, particularmente volví a caer en el blogueo y en Twitter después de años desintoxicado). Las redes también se han inundado de arte pictórico, música, magia y hasta danza, teatro y circo. Las posibilidades de formación, charlas y conferencias se han multiplicado y queda menos para que vuelva el fútbol y su industria. Una de las características de Nueva Realidad es el avance en la virtualización, que ya venía dado.

Nueva Realidad implica una nueva economía. The Economist lo ha llamado la economía del 90% (en España puede ser el 80%), pues sencillamente hay una parte de las cosas que hacíamos (bares, restaurantes, hoteles, viajes, eventos musicales, deportivos, fiestas populares) que desaparecen sin fecha de recuperación [bueno, algunos dan fechas para el inicio de las fiestas, como las que dan los líderes de las sectas mesiánicas a sus seguidores, aunque no se sabe si conseguirán más o menos acólitos cuando no se cumplan]. También desaparecen, al menos por un tiempo, consumos asociados, pues sin grandes eventos sociales el impulso de compra de ropa, cosméticos, peluquerías, etcétera, puede bajar ostensiblemente [o quizá sea la forma de compensarse por lo anterior]. Podemos ver una caída del PIB del 5 al 13% nos dicen. En realidad, lo que hemos hecho es dar un salto de una economía a otra. Es como cuando se intentaba medir el PIB de las economías soviéticas y compararlo con las post-soviéticas. No está mal como ejercicio de clase. Una vez hayamos ajustado nuestras expectativas, podremos ver si “crecemos” o no. Aquí hay que recordar las propuestas que se han sucedido en los últimos años sobre cómo habría que medir el crecimiento. Puede ser un buen momento para hacer tabula rasa en cuanto a mediciones. Una de las propuestas más recientes es la de Kate Raworth, pero en general, aquellas que apuestan por un nuevo modelo de economía para hacer frente a la insatisfacción de las necesidades humanas básicas y adentrarse con prudencia en la nueva era climática. ¿Tiempo para un “new green deal” inclusivo con las personas y los ecosistemas?.

En Nueva Realidad hay muchas incógnitas sobre cómo seremos. ¿Cómo y con quién nos vamos a relacionar? ¿Cuánto tiempo estaremos en nuestro hogares? ¿Será un mundo globalizado, desglobalizado, autárquico o con grandes regiones como la europea? ¿Con nuevas hegemonías, hegemonías venidas a menos o business as usual? ¿…?

Una de las partes menos sexys de Nueva Realidad, menos sexy que los medios de distracción masiva o el avance tecnológico, es que nuestra supervivencia futura como sociedad depende de los impuestos y la gestión que se haga de ellos o, mejor dicho, de los mecanismos distributivos que se organicen. La esperanza de vida no depende necesariamente del crecimiento del PIB, sino más bien de las políticas públicas que se pongan en marcha. El premio Nobel de Economía Amartya Sen mostraba que los episodios de hambre en África y Asia no se corresponden con crisis de producción agrícola sino con procesos políticos de distribución. Un evento mucho más devastador que este, la Segunda Guerra Mundial, no supuso por ejemplo una caída de la esperanza de vida de la población británica, sino lo contrario, según la explicación de Richard G. Wilkinson, por la distribución de alimentos y el impulso de solidaridad (entonces no había redes sociales) que caracterizó la movilización bélica en el Reino Unido (entonces lo era).

En Nueva Realidad las empresas hacen un importante esfuerzo publicitario con términos destacados como unidad, compromiso, juntos, personas, familias, esperanza, etcétera. Parece que es un mundo empresarial que también mira a los impuestos y al estado como nuevo cliente. A través de sus asociaciones y representantes públicos reclaman planes de rescate, prolongaciones de ERTEs, fiscalidad, programas de crédito, etcétera.

Y por supuesto, a nadie se le escapa las posibilidades infinitas que existen en Nueva Realidad de control autoritario a través de la tecnología, sobre todo, de nuestros móviles (punto para Orwell). Bastaría desconectarnos o salir a la calle sin ellos, pero no queremos (punto para Huxley). El papel del estado es por tanto ambiguo, múltiple, polifacético, tan necesario (redistribución, estímulo, servicios de salud, garante de los mecanismos democráticos), como mal visto (impuestos y burocracia) y peligroso (autoritarismo). ¿Quién nos engañará esta vez y cómo lo hará? Creo que todavía tenemos una oportunidad de acertar, pero la diana está lejos y la miopía muy aprendida.

¿Qué será, será?

[De momento mañana voy en bici que garantiza la distancia física, la movilidad limpia y la actividad física que tanto necesitamos… también se hace camino al pedalear]

 

 

 

2 replies on “Bienvenida a Nueva Realidad”

Brillante explicación sobre la situación que ha emergido globalmente con el virus. Nada es bueno o malo, sino que dependerá de lo que vayamos haciendo entre el estado, el empresariado y la ciudadanía, ahora, eso sí, contando con más tecnología (“más madera”, que decía el Marx bro). Desgraciadamente el neolenguaje que ha aparecido también se expresa en términos de ‘guerra contra… ‘, de ‘actuar como soldados’, y de ‘desgracia’. Eso tiende a crear una realidad unidimensional. Sí, sí, tendríamos que decir, esa desgracia que también ha dado un respiro momentáneo al ecosistema, a nosotros mismos (vistos desde un avión, nadie diría que somos algo diferente al ecosistema, ¿verdad? À menos que tambien veas los fueguitos que admirablemente microrrelataba Eduardo Galeano).

Para mí (sea lo que sea que indique el posesivo),  una sola cosa se quedó enquistada en los instersticios de los diferentes argumentos de daniellpc : la fatalidad de creernos nuestra propia clasificación del tiempo en pasado, presente y futuro. Ese es el otro problema a batir, y creo que es el más grave, porque crea  un mundo de fantasía que afecta a todas nuestras decisiones cotidianas. Lo que haces ahora es lo que es. Lo que es seguro que “podremos hacer en ‘el futuro'” es lo que estamos haciendo en este momento de oportunidad (y crisis). Y sinceramente, observando que el deseo generalizado es “acabar con esta desgracia y volver a la ‘normalidad'” (cielo santo, ¿qué es eso?), no parece que queramos perdonarnos la vida, ni como ecosistema ni como fueguitos.

Gracias, Jesús. Ahí estamos. Vaya fábula nos montamos en nuestras cabezas sobre el pasado, el presente y el futuro. Derrochamos imaginación para inventar realidades y nos conformamos con la menos imaginativa de todas las posibles. Gracias por comentar.

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