Siempre me he quejado de la gente que grita por la calle o en un restaurante o en el tren. Cuando alguien alzaba mucho la voz en, por ejemplo, un tren, me sentía molesto porque no tenía porqué estar escuchando su conversación ni mucho menos aguantar sus gritos. Siempre he pensado que era un problema nuestro, de los españoles. Desde que estoy aquí, me he dado cuenta que en España no tenemos tanto problema. Los australianos gritan mucho. Sin motivo aparente, para llamar la atención. Y si llevan una copa encima, muchísimo más.
Cuando volvíamos de las Blue Mountains (dos horas en tren), el nivel de ruido en el vagón era muy elevado. La gente no sólo hablaba, chillaba. Oía la conversación de la gente de la otra punta del vagón, confundida con el resto de conversaciones cuyo tono era también elevado. Recordaba las veces que he viajado en tren en España y ni de lejos es similar a aquí.
Otras veces nos ha pasado que en un pub, con sólo dos mesas ocupadas, la nuestra y otra con australianos, los gritos de la otra mesa casi no nos dejaban entendernos entre nosotros. Y no habia música. Gritan por la calle. Gritan por todos los sitios. Y eso sin ir borrachos, cuando van borrachos ya es para irse a casa.
Jajaja, pues los australianos ya tienen algo que ver con los españoles. Cuando viajo siempre identifico a otros españoles por el ruido que hacen.
Viviendo en Irlanda, tenía una profesora que cuando encontraba un grupo de españoles no sabía si estaban hablando o peleando. Está bien saber que no somos los únicos ruidosos.