El último día en Ayers Rock lo dedicamos a ver la salida del sol en Uluru. No levantamos a las 5 de la mañana, dejamos el hotel y a las 6 ya estábamos en Uluru. Uluru se encuentra dentro de un parque nacional, y tienes que pagar unos 25$ por persona para entrar (el pase lo puedes usar por tres días). Cuando amanece, Uluru, que está formado por roca arenosa, va cambiando de color. Es marrón al principio y se va tornando rojo conforme el sol incide en él. Desayunamos viendo el amanecer, aunque las moscas empezaban a hacer de las suyas.
Luego nos dieron una vuelta por la roca (el perímetro es de varios kilómetros). Nos contaron historias aborígenes. Una muy bonita trata sobre una serpiente, Kunia. Cuenta la leyenda que la serpiente (de varios metros de grosor) anduvo por la roca y fue a parar a un sitio concreto. Resulta que hay una formación rocosa que tiene forma de serpiente. Varias marcas en la roca se usaron para confirmar el recorrido que hizo la serpiente. Incluso el rastro que dejaba el agua en la roca se dice que es la sangre de Kunia. Vimos una zona cubierta con pinturas aborígenes, que se supone que era la escuela, donde los abuelos enseñaban a los nietos todo lo que tenían que saber, pues los padres se encargaban de cazar y recolectar frutos. Hay zonas con agua permanente y hay bastante vegetación, para la zona semiárida en la que estábamos. Existen muchos sitios sagrados para los aborígenes, que no dejan que se fotografíen. A estos, no les gusta nada que la gente suba a Uluru, aunque mucha gente lo hace. Existe una cadena que te permite ascender más fácilmente, aunque el día que estuvimos no estaba permitido subir. La razón que argumentan los aborígenes es que no quieren que nadie muera allí (mucha gente ha muerto subiendo, es bastante complicado). Para los aborígenes, cada cual debe morir en el país que le vio nacer, con sus seres queridos. Su país se entiende como el sitio concreto (su casa) donde nació.
No vimos ni un aborigen en Uluru. Nos contaron que existe una comunidad aborigen más “civilizada” en el parque, y otra que es nómada y que se rige más por las constumbres ancestrales. Una cosa que nos resultó muy curiosa es que del precio de la entrada al parque, sólo una cuarta parte va a los aborígenes. Vaya tela. Incluso ponían carteles que te lo decían y que por favor dieras algo para mantenerlos. Vaya tela.
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Ayers Rock-Spirits of Uluru |
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