Flandes comienza a convertirse en un problema para la España de Felipe II (herencia que recibió de su padre Carlos v); desde 1566 la ideología y el nacionalismo van ligados. Es una cuestión política sencilla que poco a poco se va complicando. Flandes es un señorio autónomo de España. En 1556 Felipe II dejó Flandes a cargo de su tía Margarita de Parma, porque el tubo que marcharse a España. El príncipe Guillermo de Orange, no admitió este nombramiento (de uso extranjero); Así que intentó disponer de la mayor influencia en los asuntos políticos. Felipe II acepto esta demanda pero se negó a las reformas de libertad de culto, etc..
En Flandes se iba gestando la Reforma. Así que de este modo se mezclaron los temas políticos y los religiosos, complicando aun más la situación.
Había una confusión tremenda, los flamencos pedían ayuda al resto de países protestantes, y Felipe II se apoyaba con el Papa y el clero español. Se estaba gestando un carácter despiadao, que finalmente culminó en, 1566 (la minoria calvinista), una serie de manifestaciones y con la destrucción de elemento eclesiásticos de la iglesia (imagenes, saqueos…) este fue el motivo de la reacción de Felipe II, que envió a Flandes un ejército capitaneado por el duque de Alba, el cual intentó acabar con la oposición mediante una dura política represiva implacable.
Una guerra de aspecto duro en el que se ligaban los aspectos nacionalistas y religiosos.
Flandes busca apoyo en Inglaterra, como potencia protestante; España es uno de los cabecillas del catolicismo en Europa. El resentimiento contra España se agudiza después del saqueo de Amberes por las tropas de Luis de Requesens, 1576.
Finalmente se llega al compromiso; un preludio de la partición del territorio en dos: las provincias del sur: la mayoría son fieles católicos, que estarán junto con España; y las provincias del norte: protestante, que se convierten en un Estado independiente.
A parte de que España movilizó toda su energía (sacrificio económico y humanos) en este conflicto contra Flandes; todo esto originó un descontento y preocupación entre los españoles. Castilla se preguntaba, o mejor dicho las cortes de Madrid, en 1588, que por qué nos teniamos que encargar nosotros solos de esta guerra que iba en defensa de la fé católica, ya que era una causa común y no solo de España. Por lo que se le aconsejo al rey que se dedicara mejor a los asuntos nacionales que exteriores; por consiguiente dejará de intervenir en los asuntos religiosos de Europa. En España, como se puede apreciar no todos tenían las mismas ideas, ni estaban de acuerdo con la política en defensa de la fé con la del Estado.
Tras estos acontecimientos hubieron una serie de periodos: como la breve unión entre Felipe II y Maria Tudor de Inglaterra; tras la muerte de María Tudor, y sin tener descendencia el matrimonio, subio al trono Isabel de Inglaterra (su hermana), cambiando la situación radicalmente. Isabel era protestante, por lo que los rebeldes flamencos contaban con la simpatía activa del nuevo gobierno ingles. Flandes tras lo ocurrido anteriormente, fue una gran aliada de Inglaterra y enemiga de España. Los motivos por lo que empezaron estas guerras fueron políticos y económicos.
En 1585 fue cuando comenzó la guerra abierta.
Fue así como empezaron los síntomas de las rivalidades entre la monarquía Hispánica e Inglaterra.
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