Contra Francia y la Alianza Británica

El gran rival de Carlos V (heredado en gran medida de la política exterior de los Reyes Católicos) fue Francia, y, más concretamente, su rey Francisco I.

Los dominios del emperador rodeaban este Estado como un anillo y dificultaban su avance hacia los riquísimos Países Bajos y los no menos ricos y débiles estados italianos. Por ello, Carlos V mantuvo numerosas guerras intermitentes (un total de seis entre 1521 y 1559, aunque la última en tiempos de Felipe II) contra Francisco I y, después, otra con su hijo Enrique II. Los escenarios habituales de estass guerras fueron los Pirineos, las fronteras de los Países Bajos y el Franco Condado, pero principalmente Italia.

Los reyes de Francia se aliaron con los turcos, los piratas berbeeriscos y los príncipes alemantes protestantes. Carlos V y los Habsburgo se apoyaron en Inglaterra, que resultaba imprescindible para la defensa de los Países Bajos.

Inglaterra había sido, desde el reinado de los Reyes Católicos, aliada de la Corona española frente a Francia. El primer matrimonio de Felipe II fue con María Tudor, Hija de Enrique VIII, reina de Inglaterra y católica, pero al morir sin descendencia, el trono pasó a su hermanastra, la reina Isabel I (1558). Está, de religión anglicana, apoyó a los protestantes de Flandes y, deseosa de competir por el dominio del Atlántico y el control del comercio americano, protegió a los corsarios (Hawkins y Drake) que atacaban los barcos españoles. Felipe II decidió enfrentarse a Inglaterra y preparó una flota para atacarla (Armada Invencible). La expedición fue un desastre y la Invencible regresó diezmada y vencida (1588).

Los estados italianos, incluido el papado (los Estados Pontificios), oscilaban a favor de Carlos V o de Francisco I dependiendo de sus intereses y de la necesidad de mantener el equilibrio internacional.

Las consecuencias de las guerrass con Francia fueron:

-Conquistas territoriales en Italia. Carlos V se apoderó del ducado de Milán, y Felipe II, de los presidios de Toscana. El dominio del norte de Italia se conviertió en una prioridad para Carlos V porque así comunicaba por tierra rodas las áreas de su Imperio y mantenía el control sobre Génova.

El dominio de Italia también permitía presionar sobre las cambiantes opiniones del papado. Este era enemigo de los protestantes y de los infieles (los no cristianos), pero, a la vez, recelaba de Carlos V, que ejercía un poder político hegemónico en Europa y que en España prosigió la política de control de la Iglesia practicada por los Reyes Católicos. Tras el tratado de Cateau-Cambrésis (1559), la hegemonía de los Habsburgo en Italia fue indiscutible.

-Aumento del prestigio militar. Los ejércitos de los Habsburgo se convirtieron en invencibles tras lograr célebres vistorias en las continuas guerras que mantuvieron con Francia: Carlos V triunfó en Pavía (Italia 1525) sobre Francisco I, que fue hecho prisionero y obligado a firmar la paz en Madrid. Otros episodios fueron el Sacco di Roma (el Saqueo de Roma, en 1527), en el que los mercenarios se apoderaron durante una semana de la ciudad en castigo por la ayuda prestada por el papa al rey de Francia; o la victoria de las tropas de Felipe II en San Quintín (al norte de Francia) en 1557. Y más tarde, la firma de la Paz de Cateau-Cambresis (1559) dio lugar a un período de tranquilidad. Pero en las guerras de religión que se produjeron en Francia, Felipe II apoyó a , los católicos frente a los hugonotes, especialmente ante las pretensiones al trono de Enrique de Borbón, que era hugonote. En 1593, Enrique de Borbón se convirtió al catolicismo, subió al trono como Enrique IV, y España y Francia firmaron la Paz de Vervins (1598).

-Ruina financiera. Los gastos ocasionados por las campañas militares contra Francia y otros países incrementaron, especialmente a partir de la década de 1540, las deudas contraídas por el emperador. La mayoría de los tratados de paz firmados con Francia se debieron al agotamiento de las finanzas imperiales. Felipe II recibió una costosa herencia de deudas y acreedores.

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