El pensamiento tradicional con respecto al papel de la mujer, no solo dificultaba su entrada en el mundo laboral, sino también aquellas que solo querían dedicarse al estudio.
Durante siglos el estudio era para los hombres, no para la mujer (hijas, esposas, madres) sin embargo en este nuevo concepto de revolución comenzarón aparecer nuevos estudiosos laicos, hombres de una buena posición social, con una rica educación, que permitieron a las mujeres de su entornoe a unirse a este movimiento, animandolas y ayudandolas a que participaran en la reflexión y debate filosófico-religioso, surgido durante el Humanismo.
Esta revolución cientifica, comenzo a finales del S. XIV y principios del S. XV, cuando las mujeres de las elites, empezaron a interesarse por el estudio académico, como reinas y mujeres de la nobleza, que llegaron a tener sus propias bibliotecas, solicitando manuscritos nuevos, en busca del saber; como fue el caso de Ana de Bretaña, esposa de Carlos VIII y después de Luis XII de Francia.