Durante los siglos XVI y XVIII, muchas mujeres se sintieron atraídas por las ciencias naturales. Estos estudios, al contrario que otros, como la astrología o la medicina, eran aceptados por la sociedad, como algo a lo que se podían dedicar las mujeres, el estudio de la naturaleza, les llevo a observar y formular aplicaciones prácticas, relacionadas, con otras materias y estudias, como pueden ser la botánica, la horticultura o química, también mantenían correspondencia, con grandes científicos contemporáneos, quienes las animaban, incluso les ayudaban en sus obras, o en sus trabajos.
La condesa de Chinchón (esposa del rey de Perú) trajo a Europa, la quinina, una planta americana que era parte de su colección de plantas que estudiaba, para futuros usos medicinales. Más tarde se descubrió, que la quinina, curaba la malaria, enfermedad que padecía la duquesa de Chinchón, y que gracias a esta planta se salvo.
Pero una de las más celebres naturalistas y entomólogas, del siglo XVII, sera María
Sibylla Merian (1647-1717) quien fue una de las primeras naturalistas y se recuerda como una de las grandes artistas científicas de la época, María Sibylla Merian, fue influenciada por su padrastro, un artista flamenco especializado en naturaleza muerta, quien le enseño el dibujo y animo, en sus estudios por la naturaleza. María Sibylla Merian aunque se caso y tuvo dos hijas, durante toda su vida, estuvo apoyada, por su familia, que le animaba a que continuase estudiando, tal fue así que consiguió completar y publicar seis colecciones, de grabados, de flores e insectos europeos.
Estos trabajos, eran excepcionales por dos motivos, principalmente por la cantidad de detalles científicos que ofrecían, como por ejemplo las muestras en cada una de las etapas, de su desarrollo, de especímenes, que ella misma, coleccionaba y criaba hasta llegar a su fase adulta; o también su estudio de las orugas, fue único, y muy avalado en su época.
Otro rasgo que la diferenciaba, es que el tema central de su estudio, se baso en la naturaleza viva, a diferencia de sus contemporáneos, que se dedicaban a estudiar la naturaleza muerta.
Los resultados de sus trabajos, llamaron la atención del director de los jardines botánicos de Ámsterdam, y de otros grandes especialistas de la época.
En 1659, María Sibylla Merian llego a formar parte, de una de las más importantes expediciones naturalistas de Europa, cuyo objetivo era estudiar y dar a conocer especímenes nuevos, de insectos y plantas, en Sudamérica, la cual llego a durar dos años, debido principalmente, a que en 1701 la fiebre amarilla le obligo volver a Ámsterdam, en donde publico un libro, con todos los datos que había obtenido en esa expedición, aportando, nuevos detalles y nuevas especies.
Anna Blackburne (1726-1793): Fue una entomóloga inglesa, influenciada por su padre, uno de los grandes estudiosos, de la historia natural, de la época, que construyo, famosos invernaderos, que fueron admirados, por la élite de la época.
Anna Blackburne continúo los estudios de su padre, llegando a completar colecciones de insectos, con la ayuda de su hermano Ashton, que le traía especies, de Estados Unidos, muchas de ellas, sin estudiar, o muy poco conocidas.
Anna Blackburne dedico su vida al museo Orford Hall, y llego a mantener correspondencia, con Carlos Linneo, al que le enviaba, especímenes de pájaros, insectos, que no se encontraba descritos en la obra del ya mencionado Carlos Linneo “Sistema Naturale” que era uno de los principales, y más valiosas obras de Carlos Linneo, donde se clasificaba a la naturaleza.
Gracias a las aportaciones de Anna Blackburne, la comunidad científica, puso su nombre, a un género de plantas, a la que denomino Blackburne, y a un pájaro, al que le llamaron, Blackburnian Warbler