Hoy hablaremos, de las mujeres, que hicieron frente a los prejuicios de la época, y se dedicaron a estudiar, y a portar sus conocmientos en estos dos campos.
Margaret Cavendish (1617-1673) duquesa de Newcastle, publica catorce libros casi todo de temas, desde historia natural a física atómica.
Sophie Germain (1776-1831) matemática francesa que hizo un importantes atribuciones a la teoría de números y teoría de la elasticidad.
Al contrario que otras científicas de la época, Sophie Germain, se encontró con el rechazo de su familia, que no entendían porque su hija se sentía tan interesada por una actividad “tan reservada a los hombres”. Aun así ella siguió adelante, incluso llego a conseguir apuntes de algunas de las clases de la Escuela Politécnica de París, donde no admitían a mujeres.
Mantuvo correspondencia con Carl Friedrich Gauss y Joseph Louis Lagrance. Aunque en un principio lo hizo bajo un seudónimo “Sr. De Blanc” pero más tarde no tuvo más remedio que dar a conocer su verdadera identidad. A pesar de ello, Gauss y Lagrance siguieron manteniendo contacto con ella y ayudándola en sus estudios, Lagrance llego a ser su mentor y cuando Gauss fue nombrado profesor de astronomía por la Universidad de Göttinger se intereso por las matemáticas aplicadas.
En 1811 Germain participo en un concurso de la academia francesa de las ciencias, pero fue rechazada en dos ocasiones. En 1816 ganó el concurso convirtiéndose en la primera mujer que asistió a las sesiones de la Academia francesa de las Ciencias y se coloco entre los grandes matemáticos de la historia.
Una de las mayores contribuciones de Germain a la teoría de números fue la demostración matemática de la siguiente proposición: si x, y, son enteros y x5 + y5 = z5, entonces al menos uno de ellos (x, y, o z) es divisible por cinco. Esta demostración, que fue descrita por primera vez en una carta a Gauss, tenía una importancia significativa ya que restringía de forma considerable las soluciones del último teorema de Fermat.
Emilie du Chatelet (1706-1749) noble y dama de la corte francesa, logro ser admitida en los debates de los científicos y matemáticos de mayor importancia de París, logrando un gran prestigio como física por sus estudios e interpretaciones de las teorías de Leibniz y Newton. Emilie du Chatelet, ya de niña había demostrado tener una gran capacidad intelectual, a la edad de 10 años, había leído a Cicerón y comenzado a estudiar matemáticas y metafísica, a los doce hablaba ingles, italiano, español y alemán, y traducía textos griegos y latinos como los de Aristóteles y Virgilio. Su presentación en la corte y su vida de damisela, no cambio sus inquietudes intelectuales, manteniendo sus hábitos de estudio, donde las noches se las pasaba escribiendo y estudiando.
Cuando comenzó a estudiar a Descartes, su padre se quejo a su tío: “Discutí con ella en vano; no quería comprender que ningún gran señor se casaría con una mujer a la que se le ve leyendo todo el día.
Fue su amante, y amigo de toda la vida el duque de Richelieu, quien le animo a continuar y a formalizar sus estudios, ofreciéndole los servicios, de catedráticos de matemáticas y física, de la Sorbona para que la instruyeran.
En 1733 hizo una entrada estrepitosa en el Café Gradot de Paris, donde se reunían regularmente los científicos, matemáticos y filósofos. Como se le prohibió que entrara por ser mujer, mando que le hicieran ropa de hombres, apareciendo ante la sorpresa generalizada de todos, vestida como tal.
Desde los primeros años de la década de 1730 hasta los últimos de 1740, su relación amorosa con Voltaire, hizo que pudiera conseguir una biblioteca de más de 10.000 volúmenes (mayor que las de la mayoría de las Universidades de la época) en su casa de Champagne.
Emilie de Chatelet llevaba a cabo sus experimentos, en el gran hall del castillo; tubos, varas y bolas de madera colgaban de las vigas, pues se disponía a repetir los experimentos del físico ingles Isaac Newton. Cuando el sueño le vencía, metía las manos en cubos de agua helada, y continuaba con sus experimentos.
Chatelet logro reputación como científica con una obra de tres volúmenes sobre el matemático y filosofo alemán Leibniz, las “Instituciones de Física” publicada en 1740. Sus contemporáneos también sabían de su trabajo a través de su traducción de “Principios de Newton”, en su libro sobre algebra, y su colaboración con Voltaire.