Elena Lucrezia Cornaro Piscopia (1646 – 1684): fue la primera mujer en la historia en doctorarse en filosofía.
Nació el 5 de Junio en el seno de una familia noble veneciana. Fue la tercera hija de Juana Bonilla Zanetta y Giovanni Battista Cornaro- Piscopia. Su padre era e l procurador de San Marco, lo que le daba derecho a un alojamiento en la famosa plaza. Su padre la educó dentro del movimiento humanista pero no fue el, si no un cura quien se dio cuenta de las increíbles habilidades de Elena Lucrezia. Desde entonces, su familia procuró buscarle un tutor formal para que profundizase más en su educación. Así, llego a aprender latín, griego, árabe, el caldeo, Inglés, francés, hebreo y español. También estudió ciencias, las matemáticas y la astronomía, así como la filosofía y la teología. Mostrando un mayor interés por el razonamiento, la filosofía y la teología. Pero no solo eso, ya que también se dejo cautivar por la música. En muy poco tiempo, supo dominar con gran maestría el clavecín, el clavicordio, el arpa y el violín.
A los 14 años hace secretamente voto de castidad y evita a partir de ese momento cualquier intento paterno de casarla. Su mayor anhelo era dedicarse a la caridad. En 1672 quería entrar a la Orden Benedictina, pero su padre le negó el permiso. En cambio, su la envió a la Universidad de Padua para continuar sus estudios. Quien le insistió para que Lucrecia tuviera el reconocimiento público de sus estudios, durante todos su periodo de estudiante. En un primero momento Elena Lucrezia Cornaro Piscopia solicitado un Doctorado en Teología por la Universidad de Padua, pero su solicitud encontró resistencia. Funcionarios de la Iglesia se negó a otorgar el título de Doctor en Teología a una mujer. Como resultado de ello, solicitó por segunda vez. Esta vez, le dieron un doctorado en Filosofía.
Italia estaba más avanzada que el resto de Europa y ya había mujeres que estudiaban ciencias y matemáticas en la Universidad, pero Elena Cornelia optó por el doctorado en teología, tropezando con la intransigencia de la iglesia que no podía concebir que una mujer enseñara a los monjes. Así que decide preparase el doctorado en filosofía.
Su examen de doctorado es legendario: iba a producirse en el salón de actos de la universidad, pero hubo tal afluencia de público que tuvo que defender su tesis sobre el Análisis y la Física de Aristóteles en la catedral. Su examen fue tan brillante que el 25 de junio de 1678 consiguió ser la primera mujer en doctorarse en el mundo. Tenía 32 años.
Si bien dominó casi todas las ramas del saber, en la universidad de Padua enseñó a estudiantes de toda Europa matemáticas. Poco después decide ingresar en la orden benedictina y dedicarse a la caridad.
Muere, posiblemente de tuberculosis, el 26 de Julio de 1684. Está enterrada, según sus deseos, en el monasterio San Giustina de Padua. Su obra se publicó después de su muerte, en 1688 en Parma.