Las primeras Cortes castellanas del reinado de Carlos I, celebradas en Valladolid a principios de 1518, dieron cabida a las primeras manifestaciones públicas de rechazo contra la presencia de extranjeros en las deliberaciones. La asamblea estamental exigió al rey que respetara las leyes de Castilla, que despidiera a los extranjeros que tuviera a su servicio, y que aprendiera y hablara castellano. Carlos juró respeto a las leyes castellanas y, a cambio, fue reconocido rey junto a su madre. Recibió un ingreso de 600.000 ducados y consguió la extensión de la alcabala a los estamentos inmunes.
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