Thomas pretendió representar su deseo de un lugar donde la religión fuese libre y los hombres tuvieran capacidad de decisión sobre su fe. Esto es algo claramente influenciado por su experiencia personal: More fue estudioso de las escrituras y la religión católica desde pequeño, aunque su trabajo fue de jurista y posteriormente perteneció al parlamento. Sin embargo, con la necesidad política de Enrique VIII de conseguir divorciarse, surgirá el anglicanismo, religión que Thomas nunca aceptará (de allí su famosa frase, primero siervo de Dios, luego del rey, en contraposición a la idea de monarca como cabeza de la Iglesia). Su desagrado hacia la situación inestable con respecto a la ideología que se vivía no sólo en Inglaterra, sino en toda Europa, queda reflejada en su obra: En Utopía los hombres tienen una fe, un idioma y unas costumbres, sin producirse conflictos por ello. La libertad de expresión y de religión contrasta así fuertemente, especialmente si tenemos en cuenta que Thomas morirá por herejía. Destaca un pensamiento tan adelantado para su época, en el que no se impone una religión, sino que es aceptada por todos y perpetuada sin medios de coacción o corrupción de sus ideales.