Categories
Sin categoría

Desigualdad y Orden Social. III (El choque con la realidad)


Pero los argumentos que hemos visto hasta el momento en las dos entradas anteriores y que intentaban apuntalar un consenso social basado en el  estatismo de los grupos chocaba de frente con una realidad en tensión y llena de contradicciones.

Ya que si bien se asiste a la difusión de modos antes exclusivamente nobiliarios, formas específicas de tratamientos, tales como Don, como podemos extraer de algunos textos de Diego Felipe de Albornoz “Que el prenombre Don acompañe a la nobleza, justo es, pero que constituya en esa preeminencia por su arbitrio cualquier oficial y hombre común, cuando en tiempo de los godos duda don Diego de Saavedra si lo usaran los reyes, es usurpar al que lo merece, y confundir  con público Daño la diferencia que hay entre buenos y malos […] es de admirar que todos los hombres comunes de hoy son dones.”; y aunque las formas de acceso a la nobleza, por ejemplo en el Reino de Castilla, en teoría no pasaban sólo por la merced real, sino también  por tribunales de justicia y municipalidades, la práctica demostraba que el linaje, el nacimiento dictaban la posición del individuo, y que el mérito personal , en comparación a penas tenía peso.

En la práctica, función, linaje y riqueza rompían su equilibrio en beneficio del linaje. Como dice Benito de Peñasola  “en España […] la hazaña que hizo fulano antiguamente siendo plebeyo, le dejo a él y a sus descendiente honrados y aun ilustrísimos, como hoy los conocemos y podríamos señalar. Y que la misma hazaña u otras de mayores quilates que hoy haga un plebeyo no honren al mismo que la obró. Y que para ser noble sea mejor que un bisabuelo haya sido bueno y virtuoso, o valeroso, que no que yo lo sea…”

Esta realidad frustró muchas aspiraciones y obligó a muchos a buscar nuevos espacios donde promoverse. América se convirtió en destino de aquellos que se encontraban asfixiados por las limitaciones de la sociedad peninsular. La sociedad Indiana, en plena construcción, parecía ofrecer las oportunidades de medrar por los propios medios que en la península se negaban.

PD:¡¡¡Felices Fiestas!!!

Categories
Sin categoría

La Nobleza y las Letras


“Ellos son los conocidos, claros, ilustres y resplandecientes, con sus virtudes y heroicas obras, y en cuya memoria les fueron dadas insignias y armas particulares, como premio y galardón de sus trabajos”

Juan Benito Guardiola.


Lo noble y lo nobiliario fueron durante el periodo Austria centro de atención intelectual entre autores y lectores, abarcando lo más variado del espectro, desde el exaltamiento hasta la dura crítica.

La consideración nobiliaria venia acompañada del triunfo social que la propia consideración merecía, del reconocimiento unánime e incuestionable del predominio de su categoría, de la familia y su antigüedad. Este predominio social, tiñe la literatura, la filosofía, la política, la moral, el derecho y la propia sociedad, que hacía constantes referencias y alusiones a la nobleza y a lo que esta significaba. El Tópico de la Verdadera Nobleza se repetirá hasta la extenuación.

El ideal de nobleza constituía un comportamiento equilibrado, que aunaba la destreza con las armas, con el hábito literario. Del esfuerzo por aunar ambos arquetipos  eran fruto las ricas bibliotecas y colecciones de armas que albergaban muchas casas nobles como testimonio de su rango.

Lamentablemente la conexión del noble con lo literario no fue tan  cercana como proponía el ideal, ya que durante este periodo las letras tendieron a convertirse en un territorio de profesionales, de Letrados y Juristas. De aquellos que no eran nobles, sino  expertos que vivían de su trabajo y crecieron al amparo de la Corona.

Entre Nobles y Letrados se estableció una relación de rivalidad por la atención Real, a pesar de lo cual su relación fue fluida y constante, aunque los primeros siempre adoptarían una actitud despreciativa hacia los segundos, ya que no eran privilegiados por sangre.

Quizá por ello, en contraposición al letrado, que hará de las letras su oficio y medio, el noble abordará las letras entre el afán curioso y el prudencial distanciamiento.

A pesar de lo cual quedarán vinculados, más que ningún otro grupo a la cultura escrita, como mecenas, como protectores, auspiciando tertulias y academias. Lo que no será más que el artificio de una relación utilitaria con las letras, como medio de administrar los patrimonios señoriales, y el manejo en el desempeño de los cargos políticos, sobre todo entre la Alta Nobleza, que será la que más interés tenga en ello.

Así podemos decir que la relación de la nobleza con las letras es cuanto menos ambigua y, en muchos casos, interesada, marcada por la evolución y exigencias sociales y culturales del momento.