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La pintura en el Renacimiento: características generales

Antes de comenzar nuestro estudio (sobre todo en sentido etimológico, < Lat. studium “entusiasmo”) de las obras más celebres, realizaremos una breve exposición de los rasgos característicos de este estilo.

  1. La principal innovación de la pintura renacentista es la perspectiva. Aunque ya se prefigura en el gótico, la consecución definitiva de una perspectiva matemática que integra todos los elementos del cuadro es una de las señas de identidad del periodo. Es patente cómo en todos los cuadros los personajes dejan de ser representaciones sobre un fondo plano, y pasan a representarse a diferente distancia dentro de espacios arquitectónicos. Hay sensación de profundidad.
  2. El color, que en el arte románico se manifiesta como planos monocromos (estilo no necesariamente inferior; compárese, por ejemplo, con las obras de Gauguin), comienza a mostrar matices y gradaciones en el gótico y alcanza su máxima precisión (retocada, al milímetro) en el Renacimiento, lo que confiere a las figuras una apariencia típicamente escultórica.
  3. La composición (es decir, la ordenación de los elementos dentro del cuadro) es elaborada. Si el románico y el gótico presentaban una composición yuxtapuesta, de elementos emplazados unos al lado de otros, en el Renacimiento deviene más compleja, ayudada por la perspectiva. Las figuras aparecen frecuentemente estáticas.
  4. Es frecuente la idealización de los temas. Esto contrastará radicalmente con el realismo y el naturalismo tan expresivos de la pintura barroca.

Finalmente, cabe mencionar a los más señeros representantes de este estilo. Como es sabido, el Renacimiento es italiano por excelencia: el Cinquecento lega a la Historia del Arte a los inmortales Leonardo, Rafael y Miguel Ángel. Otro autor de marcada influencia es el maestro Tiziano.

A excepción de España, el Renacimiento no marcará una huella demasiado profunda en los intereses estéticos europeos. Cabe mencionar a un inquieto humanista enamorado del arte italiano, auténtico heredero de este estilo: Albrecht Dürer, más conocido por la castellanización de su nombre, Alberto Durero.

En nuestro país, el Renacimiento ejerce una influencia parcial debido a la pervivencia de formas de poder y mentalidad medievales, lo que se refleja sobre todo en la escultura y la arquitectura (donde descollan todavía elementos góticos y mudéjares). Sin embargo, en pintura la influencia de los maestros italianos es innegable. Valgan como ejemplos Pedro Berruguete, Juan de Borgoña y Juan de Juanes para el periodo de transición; y Luis de Morales, Alfonso Sánchez Coello y Juan Pantoja de la Cruz para el Renacimiento pleno; pero, destacando sobre todos ellos, el inconfundible genio de El Greco.