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Velázquez: (6) Obras maestras, última etapa

La Venus del espejo

La diosa, humanizada, en actitud de abandono, es uno de los raros y más bellos desnudos de la pintura clásica española.

Las hilanderas

Es una de sus obras más enigmáticas en el sentido del tema, ya que se ha desconocido tradicionalmente su propósito. Hoy se admite, sin embargo, que representa la fábula de Aracné según es transmitida por Ovidio en la Metamorfosis.

Las Meninas

Celebérrima obra de Velázquez. La luz y la atmósfera reducen a su imperio las líneas fundidas, los perfiles imprecisos, las formas convertidas en manchas. Desde el centro del cuadro, no ideal sino luminoso, todo el resto es un juego de relaciones subordinadas a la distancia de ese punto focal.

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Velázquez: (5) El segundo viaje a Italia

El papa Inocencio X

Juan de Pareja

Se dice que Velázquez se ofreció al papa para retratarle, y éste desconfió. El pintor hubo de presentarle una muestra de su habilidad, y fue entonces, no sin cierto enfado, cuando Velázquez pinto a su criado Juan de Pareja. Una vez el papa lo vio, se dejó retratar por él.

Paisajes de villa Médicis

La ligereza de la pincelada, la captación de la impresión de aire libre ante un paraje real y la enorme sensibilidad en el trazo de la luz hacen de esta pintura una sólida precursora del impresionismo.

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Velázquez: (4) La rendición de Breda

La composición curvilínea se aprecia en las posturas de las figuras centrales y se acentúa en el soldado de espaldas, que está a la izquierda, y en el caballo de Spínola, a la derecha. La victoria es resaltada en la superioridad de las lanzas españolas sobre las picas holandesas.

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Velázquez: (3) El retratista

El conde duque de Olivares

El príncipe Baltasar Carlos

El niño de Vallecas

Préstese atención al excelente tratamiento de los paisajes, rasgo de identidad de la pintura de Velázquez, sobre todo en este periodo.

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Velázquez: (2) primera estancia en la Corte

La fragua de Vulcano

Destaca esta obra por la equilibrada composición, la consecución de la iluminación de un recinto cerrado y el tratamiento casi burlesco del tema.

La túnica de don José

Los borrachos

En este periodo es patente el gusto por los temas mitológicos, como se ve en las representaciones de Vulcano o de Baco.

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Velázquez: (1) periodo sevillano

Vieja friendo huevos


La adoración de los magos

El aguador de Sevilla

Este primer estilo, bajo la dirección de su maestro Pacheco, se caracteriza por la preferencia por el tenebrismo y la precisión del dibujo, que irá abandonando posteriormente.

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Velázquez: Vida y Obra

Diego de Silva Velázquez (1599-1660) nace en Sevilla, en una época en la que la ciudad andaluza, centro de comunicaciones con las Indias, era la ciudad más importante de España. A los 11 años ingresa en el taller de Francisco Pacheco, del que aprende el arte de la pintura. Pronto romperá con el rígido estilo de su maestro para iniciar un arte más vivo. Las obras de su etapa sevillana muestran cierta influencia del tenebrismo. Algunas de las mejor conocidas son La adoración de los Magos, El aguador de Sevilla o la Vieja friendo huevos.

Con el apoyo de Pacheco, el aval de sus obras y credenciales de notables locales consigue trasladarse a la Corte, ser nombrado en 1623 pintor de cámara regio y gozar del favor del conde duque de Olivares y de la amistad de Felipe IV. Durante esta época se ocupa en retratos y temas mitológicos, animado a estos últimos por la visita de Rubens en 1628. Por consejo de este, según parece, visita Italia, estancia que le lleva a abandonar el tenebrismo y transformar su estilo. Algunas obras del periodo son La fragua de Vulcano, La túnica de don José y Los borrachos.

Al regreso de Italia se afianza como el gran retratista de la Corte: célebres pinturas como El príncipe Baltasar-Carlos, El conde duque de Olivares y una larga serie dedicada a Felipe IV. También retrata tipos tan curiosos y variados como la serie de los bufones: El niño de Vallecas, El Primo, etc. Por último, algunos temas mitológicos llegan a alcanzar gran renombre: Esopo y Menipo, y, sobre todo, Las lanzas o La rendición de Breda.

Velázquez realiza un segundo viaje a Italia en 1649 con el encargo de hacer acopio de cuadros para las galerías reales españolas. Durante esa estancia pinta el retrato del Papa Inocencio X, y el de su criado Juan de Pareja. Destaca también Paisajes de villa Médicis, obra que anticipa en más de doscientos años la técnica impresionista, capaz de captar las vibraciones de la luz somediante pequeños toques de color.

Cuando regresa a la Corte en 1651 pinta sus obras más importantes, que alcanzan calidades insuperables: La Venus del espejo, Las Meninas y Las Hilanderas.

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Ribera: San Andrés

Contemplamos aquí la obra San Andrés, de José de Ribera (1591-1652), una de las figuras más representativas de la pintura barroca. Posee una influencia marcada de Caravaggio, de quien adoptará el tenebrismo. En su obra no faltan cuadros realistas; además, se dedicará principalmenet a plasmar la profunda emoción religiosa de la pintura española, así como su dominio del color y de las luces. En esta obra, los contrastes de luz y sombra destacan las formas y la expresión mística del santo.

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La pintura barroca: características generales

Las dos raíces históricas del arte barroco, el absolutismo monárquico y la contrarreforma católica, tuvieron su reflejo también en pintura. En el caso español, este arte alcanza su máximo desarrollo, no superado en el resto de naciones europeas. Junto a la española, las otras dos escuela de pintura barroca que lograron renombre perdurable son la escuela flamenca (Rubens) y la escuela holandesa (Rembrandt).

Partiendo de la exposición de las características generales del Renacimiento que ya se hizo en publicaciones anteriores, vamos a desarrollar a grandes rasgos las constantes del estilo barroco:

  1. La característica más señera del Barroco es el dominio magistral de la luz, que predomina sobre toda la composición, y hunde partes del cuadro en las sombras (lo que se conoce como tenebrismo).
  2. De acuerdo con esto, el dibujo (id est, el contorno de las figuras) desaparece bajo la fuerza del cromatismo y de la iluminación. El color, por tanto, deja de estar representado con nitidez y precisión; en su lugar se aplican manchas gruesas que diluyen los contornos. Decimos que predomina el color sobre el dibujo (como también ocurre, por ejemplo, en la pintura impresionista o en Goya).
  3. La composición barroca es mucho más compleja que la renacentista. Se pierde la simetría, se desechan los esquemas horizontales y verticales del periodo anterior y se prefieren en su lugar las escenas con movimiento o apariencia de desorden, asimetría, desequilibrio, que sugieran que la escena continúa más allá del marco.
  4. Los temas son muy variados. Hay un predominio del tema religioso. También existe una estrecha vinculación con el mundo cortesano. Aparecen frecuentes motivos mitológicos (Rubens). En la escuela holandesa es muy frecuente la representación de escenas cotidianas (Vermeer); en la española, de otro lado, hay una fuerte tendencia al realismo e incluso al naturalismo (Ribera), es decir, a la representación de la realidad tal cual se muestra, tanto para la fealdad como para la belleza, sin disimulo.

Vocación de san Mateo, de Caravaggio.

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El Greco

Domenico Theotocópoulos (1541-1614) nació en Creta y en esta isla recibió su formación, en contacto con los iconos, lo que explica la adopción de rasgos bizantinos en su políptico de Módena, rasgos que de forma fragmentaria estarán siempre presentes en su arte. Hacia 1560 marchó a Venecia, ciudad que además de metrópoli de las artes y de las letras era la capital política de los cretenses. Varias veces confiesa El greco ser discípulo de Tiziano; su cromatismo más cálido y algunos rasgos técnicos, así como referencias vagas de Tiziano a un joven discípulo extraordinariamente dotado, acreditan tal aprendizaje. El centro de la actividad artística italiana se encontraba en la corte papal y el pintor se traslada, a finales de 1570, a Roma. En poco tiempo traba relación con algunos personajes españoles afincados en la ciudad papal, circunstancia que, junto al atractivo de trabajar en El Escorial y quizá la conciencia del exceso de figuras existentes en Venecia o Roma, que dificultaban el éxito, le impulsó a la decisión de viajar a España. A su llegada vivió algún tiempo en Madrid antes de trasladarse a Toledo, donde se estableció definitivamente y comenzó a atender numerosos encargos.

Sin duda, El Greco es una de las figuras máximas de la historia de la pintura, aunque su genio no fue reconocido hasta la publicación del estudio de Cossío (1908) sobre su obra y personalidad. La obra de este pintor se nos aparece como una constante de expresiones místicas y de las formas etéreas, ingrávidas. En España su estilo desarrolla las constantes que tanto le caracterizan: las atmósferas tormentosas, las figuras que se alargan hasta reducirse a interminables hileras de formas huesudas, los paños flotantes, los colores fríos, más apropiados para plasmar sus visiones místicas. Los temas religiosos ocupan casi exclusivamente su atención.

Acerca de su particular inclinación a representar formas alargadas, se han planteado multitud de hipótesis, entre ellas, que era astigmático (enfermedad de la vista) e incluso se ha sugerido que utilizaba a los locos del manicomio de Toledo como modelos para sus apóstoles (Doctor Marañón). En realidad lo hacía porque, de este modo, resultan más espirituales.

Mostramos a continuación algunas de sus más célebres obras:

El Expolio

El entierro del conde Orgaz

La adoración de los pastores

El caballero de la mano en el pecho