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La pintura barroca: características generales

Las dos raíces históricas del arte barroco, el absolutismo monárquico y la contrarreforma católica, tuvieron su reflejo también en pintura. En el caso español, este arte alcanza su máximo desarrollo, no superado en el resto de naciones europeas. Junto a la española, las otras dos escuela de pintura barroca que lograron renombre perdurable son la escuela flamenca (Rubens) y la escuela holandesa (Rembrandt).

Partiendo de la exposición de las características generales del Renacimiento que ya se hizo en publicaciones anteriores, vamos a desarrollar a grandes rasgos las constantes del estilo barroco:

  1. La característica más señera del Barroco es el dominio magistral de la luz, que predomina sobre toda la composición, y hunde partes del cuadro en las sombras (lo que se conoce como tenebrismo).
  2. De acuerdo con esto, el dibujo (id est, el contorno de las figuras) desaparece bajo la fuerza del cromatismo y de la iluminación. El color, por tanto, deja de estar representado con nitidez y precisión; en su lugar se aplican manchas gruesas que diluyen los contornos. Decimos que predomina el color sobre el dibujo (como también ocurre, por ejemplo, en la pintura impresionista o en Goya).
  3. La composición barroca es mucho más compleja que la renacentista. Se pierde la simetría, se desechan los esquemas horizontales y verticales del periodo anterior y se prefieren en su lugar las escenas con movimiento o apariencia de desorden, asimetría, desequilibrio, que sugieran que la escena continúa más allá del marco.
  4. Los temas son muy variados. Hay un predominio del tema religioso. También existe una estrecha vinculación con el mundo cortesano. Aparecen frecuentes motivos mitológicos (Rubens). En la escuela holandesa es muy frecuente la representación de escenas cotidianas (Vermeer); en la española, de otro lado, hay una fuerte tendencia al realismo e incluso al naturalismo (Ribera), es decir, a la representación de la realidad tal cual se muestra, tanto para la fealdad como para la belleza, sin disimulo.

Vocación de san Mateo, de Caravaggio.