Sucedió á D. García Jiménez su hijo D. Íñigo García casado con D.ª Jimena de la que tuvo por hijos Jimeno y García
Recibió el nuevo Rey por su fortaleza el sobrenombre de Aritza(Roble) voz euskalduna, alterada por la tradición ó por los historiadores, convertida en el vocablo castellano Arista palabra que no existe en lengua bascona.
Acreditan su actividad varias poblaciones edificadas en terreno inaccesible al enemigo; la fortificación de diversos lugares fronterizos con los árabes de Huesca y Zaragoza con tierras de Álava y Bureba, y el apoyo prestado á los habitantes de estas comarcas sometidos al yugo de los astures, empuñaron las armas tratando de rescatar su independencia.
Llegó la primavera del año 778 continuando la campaña contra los musulmanes hallábase D.Íñigo cuando el emperador Carlo-Magno, llamado por Ibinalarabi (Suleiman ben Alarabi) y otros magnates sarracenos enemigos de Abderrahmán de Córdoba contrarios al califato, penetró en España con objeto de favorecer á los desavenidos quebrantando las fuerzas del Imperio árabe, hacen su vecindad menos peligrosa. Digno de alabanza hubiera sido el Emperador por tal empresa si su ambición no la hubiese rebasado pero habiendo penetrado en España con dos ejércitos, uno que entró por Cataluña, el otro á sus órdenes inmediatas por Navarra con rumbo á Zaragoza en vez de dirigir sus armas contra los árabes apoderóse de la cristiana Pamplona.
Dejándola bien guarnecida continuó su marcha causando daños iguales á los cristianos y sarracenos; mientras los primeros sacudiendo su estupor se disponían á combatirle, Abderrahmán juzgó prudente quedar á la expectativa en el territorio cordobés, en tanto que pasaba aquella borrasca al ver colocados al rebelde Ibinalarabi y sus adeptos en los gobiernos de Zaragoza y Huesca al amparo de los vencedores de la Lombardía.
A este tiempo rebeláronse contra Francia los sajones, Carlo-Magno decidió tornar á ella por Roncesvalles se puso á la cabeza de sus dos ejércitos emprendió la jornada no sin derribar antes los muros de Pamplona; indignados los bascones buscaron en la naturaleza ayuda contra tan poderoso ejército, y cuando el Emperador con la vanguardia de su lúcida hueste atravesaba el desfiladero de Roncesvalles y la retaguardia subía al collado de Ibañeta, en la vecina montaña de Aztobiskar retumbó un estruendo formidable.
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