La planta medieval de Pamplona revela claramente el desarrollo de la vida urbana desde finales del siglo XI, como se pone de manifiesto también en Estella, Sangüesa, Tudela y otros centros menores.
Extramuros de la diminuta ciudad episcopal, presidida por la catedral, poblada por campesinos (“navarros”) y protegida por las antiguas murallas, fueron surgiendo nuevos núcleos de inmigrantes “francos”; al filo del año 1100 el Burgo de San Cernin y, muy pronto, la población de San Nicolás, la cual conserva su típica estructura de “bastida” medieval.
Antes de acabar el siglo se había potenciado también –desde los puntos de vista demográfico y jurídico- la primitiva Pamplona o Iruña, llamada entonces Navarrería, que con su pequeño anejo del Burgo de San Miguel, sería arrasada totalmente por el ejército francés en 1276, como consecuencia de la crisis planteada en el reino por la minoridad de Juana I.
Tras la dejación definitiva por el obispo de su dominio temporal sobre todo el conjunto urbano (1319) y la inmediata reconstrucción y restauración de la Navarrería, siguieron todavía durante un siglo las rivalidades entre los tres municipios yuxtapuestos, convertidos finalmente en uno solo por el famoso privilegio de Carlos III el Noble (1423).
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