Este periodo representa una nueva edad de oro del arte navarro como se refleja en las numerosas obras de arquitectura escultura y pintura del siglo XVI. La mayor parte de las iglesias navarras se construyen o amplían entonces en estilo gótico-renacentista, conocido también con la denominación de “Reyes Católicos”. El tipo más frecuente de Iglesia tiene una sola nave con capillas entre los contrafuertes, cabecera poligonal cubierta con bóveda de formas complicadas, coro a los pies del templo. Un buen ejemplo lo ofrece Santiago de Puente la Reina.
Son excepcionales San Juan Bautista de Cintruénigo y la Asunción de Cascante, de tres naves con apoyos circulares. El Plateresco aparece en fachadas de palacios (Casa del Déan de Tudela o de Fray Diego de Estella), portadas de Iglesia (Viana, Los Arcos, Cáseda, Aibar, Pamplona), claustros (Irache y Fitero) y la torre de Los Arcos.
Navarra posee numerosos retablos de escultura renacentista, algunos de gran calidad y tamaño. Aunque no faltan los de estilo plateresco (Isaba o Unzu) son más abundantes los romanistas que siguen el estilo miguelangelesco de Juan de Anchieta (Tafalla, Aoiz, Cáseda) pocos pero importantes vacilan entre el plateresco y romanismo (San Juan de Estella, Valtierra y Ochagavía).
La pintura es tabla queda reflejada en una serie de retablos, como excepción cabe citar las pinturas murales de Oriz (hoy en el Museo de Navarra).
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