Iniciada hacia 1750 por el Virrey conde de Gages la transformación de los viejos caminos reales, Carlos III encomendó (1783) la construcción de carreteras a la Diputación del Reino, la cual pudo contar para su conservación con el producto de los portazgos o cadenas establecidos desde 1790.
Tras la inclusión de Navarra en la red ferroviaria general (1865) estuvieron luego en boga las líneas de vía estrecha y corto trayecto hoy desaparecidas.
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