En un principio destacar el papel primordial de la ciudad en el reino nazarita, como lo fue en los espacios islámicos medievales. En la ciudad reside el sultán o sus representantes, en ella se imparte justicia y se resuelven cuestiones administrativas. Es también el lugar donde es posible la promoción personal y el enriquecimiento.
La elección de Granada como residencia del sultán y centro político del Reino de Granada obedece, entre otros, a las posibilidades de explotación del territorio que ofrece la ciudad. La antigua Madinat Ilbira, su predecesora, tenía graves deficiencias de aporte hídrico, esta deficiencia se subsanará con el nuevo emplazamieto y del que se verá favorecida por los aportes del Darro y del Genil, además de la acequia de Ainadamar ( siglo XI ). La vocación agrícola del nuevo poder político se hace patente en la elección de un lugar próximo a la Vega de Granada para su consolidarización, un lugar que se encontraría ya ocupado de forma efectiva y puesta en explotación.
La ciudad en el ámbito nazarí destaca, sobre todo, por su interés en controlar el espacio periurbano agrícola. Gran parte de los sectores urbanos basaban su riqueza en las explotaciones agrícolas del territorio. Desde este punto de vista, la topografía de las ciudades y su crecimiento ha estado supeditado al interés urbano por controlar el medio rural más cercano. Si bien la división entre el espacio agrícola y espacio urbano están nítidamente separados en otros lugares, en otros lugares como Granada queda más diluido.
“Es una ciudad a la que rodean los jardines como si fuese el bozo en un bello rostro adolescente” ( Ibn Jatib)