Ya lo dijo el profesor Robert Browning:
Si alguien quiere estudiar griego, no tiene demasiada importancia si empieza con Homero, el Nuevo Testamento, con el Digenís Akrita o con Kazantzakis. Desde el momento que tenga unas bases sólidas en una fase de la lengua, no será demasiado el esfuerzo que tendrá que hacer para acercarse a periodos lingüísticos más antiguos o más recientes. (1)
Incomprensiblemente, esta constatación no parece tan obvia para algunos colegas. Pongo aquí un ejemplo y trato a continuación de indagar en las causas que explicarían los malentendidos que todavía hoy existen, incomprensiblemente, en torno a la unidad lingüística griega.
El profesor Christofer Rico, autor del manual Polis, hacía las siguientes observaciones en el blog Paideia en familia:
Una sugerencia con respecto a la pronunciación del griego antiguo. Si se opta por estudiar el griego clásico o koiné, se puede usar la pronunciación erasmiana (con sus consabidos defectos) o la pronunciación reconstituida del periodo clásico o la del siglo uno: a pesar de las apariencias, entre los especialistas hay un consenso muy fuerte sobre lo que fue esa pronunciación, fundado en las leyes de la fonética general, en las descripciones de los gramáticos griegos antiguos, en las faltas de ortografía que hallamos en los papiros antiguos y en las transliteraciones del griego al latín. Basta tomar los libros especializados sobre fonética griega o los artículos de Wikipedia al respecto (en inglés están muy bien hechos) para cerciorarse de ello. Incluso los artículos de Wikipedia en griego moderno afirman lo mismo sobre la pronunciación histórica del griego antiguo. …
Lo único que no recomiendo en absoluto es tomar la pronunciación del griego moderno y aplicarla al griego antiguo. Me parece un disparate ya que se trata de dos idiomas en el fondo distintos. Si se pronuncia como en griego moderno la palabra “nosotros” (hêmeis) y “vosotros” (humeis) se acaba pronunciando de la misma manera (imis) dos palabras que son totalmente distintas en griego antiguo. Lo mismo sucede con muchas otras palabras (teichos, “muralla” y toichos, “muro”, ambos pronunicados tichos en griego moderno). Si se quiere un día aprender griego moderno, el griego antiguo ayudará sólamente si se ha aprendido con una pronunciación adaptada.
No voy a entrar a valorar de nuevo los consabidos defectos de la pronunciación erasmiana o los de la neoerasmiana, ni tampoco comentaré la calidad de los artículos de la wikipedia sobre el tema. Llama la atención la insistencia en el erroneo término “pronunciación del griego moderno” por oposición a la del griego antiguo, entendidos además ambos como idiomas diferentes. Intuyo en las opiniones del prof. Rico restos de los viejos prejuicios que se instalaron entre los filólogos a raíz de la introducción de la pronunciación erasmiana.