En este capítulo, correspondiente al inicio de esta gran obra, Adam Smith comienza advirtiéndonos que el mayor progreso de la humanidad en cuestión de trabajo ha sido y es la división del trabajo.
La división del trabajo es necesaria porque produce a su vez más trabajo, y éste cada vez más especializado. Junto a esto, la división del trabajo ocasiona en cada actividad un incremento proporcional en la capacidad productiva del trabajo. Como consecuencia aparente de este adelanto ha tenido lugar la separación de los diversos trabajos y oficios, una separación que es así mismo desarrollada con más profundidad en aquellos países que disfrutan de un grado más elevado de laboriosidad y progreso.
“En toda sociedad avanzada el agricultor es sólo agricultor y el industrial sólo industrial”. Es aquí donde se establece el potencial de la especialización y la división del trabajo.
Dicho esto, menciona el problema de la agricultura, que como sabemos, es hasta la fecha el motor de las economías de los países en dicha época. La agricultura presenta el problema de que en ella, no siempre se puede establecer una clara división del trabajo, hecho que para Adam Smith, en ocasiones puede ser un lastre para la misma. Así pues aquí podemos observar como entra en una pequeña contradicción, pues este planteamiento teórico de la división del trabajo no es aplicable en la agricultura y lo que sí es aplicable es la sustitución de la mano de obra del campo por maquinaria con el fin de aumentar la productividad de la tierra. Así Adam Smith establece una clara contradicción en sus postulados, porque como vemos no siempre la división del trabajo conlleva un aumento de la productividad.
Volviendo a la división del trabajo, este gran incremento de la productividad que un número de personas determinado puede desarrollar como consecuencia de la división del trabajo se debe a tres circunstancias diferentes; primero, al aumento en la destreza de todo trabajador ( que esto será para Adam Smith tarea a tratar por el empresario involucrado); segundo, al ahorro del tiempo que normalmente se pierde al pasar de un tipo de tarea a otra; y terecero, a la invención de un gran número de máquinas que facilitan y abrevian la labor, y permiten que un hombre haga el trabajo de muchos. Aquí es donde establece la conexión y la contradicción en lo expuesto en la cuestión de la agricultura.
Enlazando con este problema considera que el origen de la riqueza se basa en un equilibrio favorable entre la exportación y la importación de una nación, en la que por norma general, el intercambio viene dado en productos manufacturados. Para Adam, las naciones más ricas son las que generalmente encuentran un equilibrio entre agriculutra y manufactura, pero en algunos casos se puede dar la excepción de que un país rico, posea una agricultura de subsistencia y de baja productividad; y que un país pobre posea una agricultura de alta productividad, pero que no es suficiente para que esa nación esté entre las naciones más ricas del mundo.