Quinto Capítulo: El Martirio.
Como habíamos dicho en el anterior capitulo, la decisión de dimitir de Tomas Moro, no quedara en vano.
Tal es la situación que nos dice el autor que Moro pronto se dar cuenta de las consecuencias de su dimisión, no obstante como dice Louis bouyer, en ningún momento esta situación le preocupará a Tomas; más bien, continua explicándonos el autor, que le preocupan otros detalles, como aparecen explicados en una conversación con Roper: “Ojala quisiera el Señor, querido Roper, que me metieran en un saco y me arrojasen inmediatamente al Tamesis, con tal de que quedaran bien establecidas tres cosas en la cristiandad!…La primera es que la mayoría de los príncipes cristianos, que se hallan en guerras mortales, tuvieran paz universal entre sí. La segunda, que la Iglesia de Cristo, que se halla de momento mortalmente afligida con errores y herejías, estuviera sosegada y en perfecta unidad de religión. Y la tercera, que el asunto del matrimonio del rey, que constituye ahora un problema, se concluyese felizmente para gloria de Dios y tranquilidad de las partes interesadas” (Páginas 57 y 58 de la obra de Louis Bouyer: TOMÁS MORO, HUMANISTA Y MÁRTIR).
Así bien ya sabemos que era lo que mas le preocupaba, así que ahora podemos adentrarnos a las consecuencias de los actos justo de Tomas Moro.
El primer golpe para nuestro querido Moro fue en el momento en el que nombran a Enrique VIII en la cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra, un nuevo problema para que se cumpliera el deseo de Moro de que quedará restaurada la cristiandad.
En estas líneas en las que el autor nos explica como estaba sucediendo todo se observa de una forma constante los numerosos elogios que Bouyer expone sobre este personaje tan “utópico”, en torno a su integridad como persona: “De la misma manera que, poco antes, había rehusado una cuantiosa suma que los obispos su amigos le habían presentado en nombre del clero, por su defensa con la pluma de los principios católicos, defensa proseguida con mayor intensidad en los tiempos libres, de su retiro, así también ahora se había sus traído a los ruegos de esos mismos prelados, que quería evitar que con su ausencia suscitara las iras de la nueva reina. Cuando fueron a verle, se burlo de ellos contándoles unas de sus historias, en la que se demostraba que ellos aceptaban ser desflorados antes que decapitados, mientras que él por su parte, prefería perder la cabeza antes que la virtud” (Página 59 de la obra de Louis Bouyer: TOMÁS MORO, HUMANISTA Y MÁRTIR).
No obstante a pesar de los elogios y de la explicación de la buena lealtad de Moro que hace Louis Bouyer, las consecuencias ante las negativas de Moro sobre su rey se fueron acrecentando, esta vez seria la negativa a reconocerá los eventuales hijos nacidos de la nueva unión real, como herederos legítimos al troto. Y a pesar de sus explicaciones de por que se negaba la sentencia ya estaba expuesta. Así como nos explica el autor, Moro sabia que se estaba condenando así mismo ante sus palabras, pero también sabia que no podía hacer nada, ya que seria contradecirse a si mismo, y aunque muchos fueron los que intentaron convencerle de que recapacitará, éste no cambio de opinión, así como lo muestran las siguientes líneas: “Nadie, señores míos, haría de mejor gana que yo la voluntad del Rey, en la necesidad en que me encuentro de reconocer sus numerosos favores y las grandes bondades con que tan generosamente me ha colmado. Sin embargo, creí con toda verdad que nunca volvería a oír nada sobre este asunto, considerando que, desde un principio y en diversas ocasiones, he expresado clara y sinceramente mi parecer a su majestad, quien como yo muy gracioso soberano, pareció aceptarlo siempre muy bien, no queriendo, solía decirme, molestarme demasiado a este respecto. Desde ese momento, no he descubierto nada nuevo que pudiera hacerme cambiar de parecer; si hubiera sido posible, nadie en el mundo se hubiese sentido más feliz que yo” (Página 60 de la obra de Louis Bouyer: TOMÁS MORO, HUMANISTA Y MÁRTIR).
Así ante esta prueba de lealtad para el mismo Moro, no resulto del mismo parecer para su majestad así que las consecuencias de sus actos serian terribles.
Las acusaciones a Moro vinieron enseguida a las cuales, Tomas se tuvo que defender con esta prosa y esa retórica que tanto le caracteriza, no obstante la sentencia se estableció con el encarcelamiento en la Torre de Londres. Ahora bien a leer esta sentencia se puede pensar que seria acabar con la vida de Tomas Moro, no obstante como le dijo a su hija en una de sus visitas: “Creo, Meg, que los que me han encerrado piensan haberme hecho gran daño. Pero te aseguro por mi fe, mi buena y querida hija, que si no hubiera sido por mi esposa y por vosotros mis hijos…hace mucho tiempo que me hubiera encerrado en una habitación tan estrecha como esta” (Página 66 de la obra de Louis Bouyer: TOMÁS MORO, HUMANISTA Y MÁRTIR).
A partir de esta visita se sucedieron numerosas visitas de entra las que solían ser de sus hija Meg y de su esposa las cuales intentaron convencerle de que negara todas sus ideas contra la corona. No obstante no consiguieron nada.
Poco tiempo después llamaron a Tomas Moro a que prestara fidelidad y firmara el Acta de Supremacía, a lo que se negó el señor utopiano. Con ello se realizo la última sentencia, al negar la idea de que el rey fuera el jefe supremo de la iglesia, se considero este acto como alta traición cuyo castigo era la penitencia de muerte por decapitación.
Aquí se muestra otro rasgo de valentía por parte de Tomas Moro, al no temer a la muerte; y de bondad al compadecerse por el verdugo, al cual le dijo que no se preocupará que realizara su trabajo tal y como se lo habían mandado.
Con esta sentencia acaba la vida de Tomás Moro el 6 de Julio de 1535 es decapitado.