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Visión de Louis Bouyer sobre Tomás Moro.

Capítulo cuarto: CANCILLER CRISTIANO DE UN MEGALOMANO DEFENSOR DE LA FE.

Capítulo cuarto: CANCILLER CRISTIANO DE UN MEGALOMANO DEFENSOR DE LA FE.

Una vez finalizado el capitulo tres en el que hemos hablado de todos los temas referentes a Utopía, ahora nos dispondremos a explicar los momentos en los que Moro es canciller de Enrique VIII y las consecuencias que le llevaran a su fin, por desempeñar este oficio.

Desde la primera línea de este capitulo, Louis Bouyer nos habla del suceso de que a algunas personas al terminar la lectura de Utopía se preguntan por que sí Sir Tomas Moro era canciller, no intentó aplicar las reformas expuestas en su obra a la política del momento, para reformar la sociedad. Así pues hay que decir que la respuesta a dicha pregunta se encuentra en entender el papel real que cumple el canciller en esas fechas. Ya que se esta confundiendo lo que era y podía hacer un canciller de Inglaterra a comienzos del siglo XVI con que se puede esperar que haga en la actualidad el Primer Ministro de su Majestad. Ya que el papel de Moro cuando se dirige al Parlamento no és otro que tratar de trasmitir los deseos de su señor común. Éste papel es creado no por otra razón, si no de que la Inglaterra que estamos definiendo se encuentra dirigida por una monarquía absoluta encabezada por Enrique VIII, así por lo que a Moro no le queda otra, más que asumir el papel establecido con las normas expuestas. Fue por esta razón por la que muy pronto nacieron los problemas entre el rey y su canciller. Sobretodo desde el momento en el que le pidió a su portavoz que anunciara al Parlamento su intención de divorcio. Así que cuando se dispuso a exponer todo lo que ya en su momento le había dicho el rey, uno de los oyentes le pregunto que cuál era su opinión, a lo que, él supo que no podía revelar su opinión personal sin la autorización del rey. No obstante cuando Moro se encontraba a solas con el rey, entonces sí que exponía los detalles de todo lo que pensaba; ya que desde el principio que fue elegido como su portavoz, Moro le dijo que para realizar bien su papel tenía que serle en todo momento franco, así tal y como aparece dicho en las líneas siguientes de esta obra: “Consideraba como el mayor servicio que podía prestar en ese puesto a su señor el no ocultarle las reacciones, los deseos y las repugnancias que sus súbditos expresaron por boca de sus diputados. Podemos estar seguros de que con mayor razón al convertirse en primer consejero del rey no le escatimaría sus observaciones, sin perjuicio de adoptar, mientras se lo permitiera su conciencia, las decisiones tomadas” (Página 49 del libro de Louis Bouyer TOMAS MORO, HUMANISTA Y MÁRTIR). Así desde esta sinceridad pronto le mostró su desacuerdos en la voluntad del rey a divorciarse por lo que pronto vinieron los problemas que provocaron el final de Tomas Moro.

Pero para que se entienda mejor esta situación en la que Moro se niega hay que entender lo que el autor no explica. Louis Bouyer nos explica que las razones de esta voluntad del consejero real transcienden a su fuerte carácter religioso y al fuerte carácter católico que tendría que tener el estado en esas fechas, así que a partir de ello para Moro aceptar este divorcio seria aceptar la ruptura de lo que estipula el catolicismo por lo que se negó aún sabiendo las consecuencias que acarearía su voluntad.

Esta constancia religiosa de Moro por imponer lo moral, viene de que en esos momentos se estaba dando una reforma religiosa con un intento de realizar un retorno a la iglesia ortodoxa, con la intención de que así se acabara con la herejía y con los abusos de poder de tales personajes y de miembros de la iglesia.

Ante esta situación se observa de nuevo los elogios dispuestos por el autor a Moro, que se observan al conmemorar su carácter incorruptible e intachable, con estas palabras: “No hubo, pues, en él cobardía como la de la masa, no sólo de los políticos, sino también de los eclesiásticos compatriotas y contemporáneos suyos en su casi totalidad, ni tampoco fanatismo, ni siquiera confusión entre política religiosa y política a secas, de lo que no se veía totalmente exento en aquel entonces ni siquiera en único obispo valiente y fiel, el de Rochester, futuro cardenal in carcere. En una Iglesia y en su Estado en semejante desconcierto, jamás fueron tan inseparables en su persona el jurista incorruptible, al que no se puede engañar, y el cristiano lucido en su visión y constante en su fe” (Página 53 del libro de Louis Bouyer en su obra TOMAS MORO, HUMANISTA Y MÁRTIR).

De este modo a partir de esa fe tan constante Moro decide dimitir, ya que sabe que no va a poder hacer entrar en razón al megalómano real. Así que junto a sus problemas de salud decide abandonar los ámbitos reales y dedicarse completamente en trabajar con sosiego en su propia salvación y la de los suyos. No obstante con esta dimisión no acabaran todos sus problemas ya que las consecuencias de su negativa entre los deseos del rey vendrán posteriormente. Pero todo esto será ya explicado en el siguiente capítulo.